Los cuatro viajes a las Indias recién descubiertas que figuran como realizados y narrados por el florentino Amerigo Vespucii, o Américo Vespucio (1451-1512) presentan graves problemas históricos que los especialistas no han resuelto de modo universalmente aceptado. Al publicarse estos viajes en latín con el título de Quatuor Americi Vespucii navigations (1507) se hicieron preceder de una introducción de M. H. Waltzermüller quien propuso dar el nombre de América a las tierras nuevamente descubiertas, como si su primer descubridor hubiese sido este peculiar florentino, sobre el que tan contradictorias noticias tenemos. Como es de sobra sabido, esta propuesta que pudiera parecer absurda, se impuso, y el nombre de América ha prosperado. Se han emitido serias dudas sobre el viaje, pero como es cierto que Vespucio estuvo en el continente, por lo menos formando parte de la expedición de Alonso de Ojeda que exploró las bocas del Orinoco, las noticias que se dan en este texto deben ser tenidas como ciertas.
El mismo está plagados de cosas curiosas, como cuando relata que lo nativos son muy limpios y aseados en sus personas por lo mucho que se lavan. Y cuando les acontece algún menester mayor (con perdón sea dicho) ponen toda la diligencia posible para no ser vistos de nadie; pero todo lo que en esto son de honestos, tanto se manifiestan de asquerosos y desvergonzados, así hombres como mujeres, en el menester menor; porque no pocas veces sucedió que lo hiciesen a nuestra presencia y estando en conversación con nosotros, sin rubor alguno.
Nos habla de sus costumbres diarias, de la diferencia entre la fauna de allí y la europea, de las plantas y frutos con que se alimentan, de los remedios para curar sus enfermedades, de la curiosa costumbre de ofrecer a sus mujeres e hijas para que los amigos usen de ellas a su voluntad (lo que constituye la mayor prueba de amistad), del carácter pacífico de unos o belicoso de otros, de sus casas, de las hamacas en que duermen y reposan y de lo desprendidos y obsequiosos que son con sus pocas pertenencias, lo que les lleva también a ser en extremo pedigüeños con aquello que se les antoja de lo que llevaban los españoles con ellos.
Libro curioso por lo que tiene de testimonio de primera mano y que, dados lo detalles que proporciona, debe ser tenido por verídico y lo que en él relata, como contemplado y vivido por su autor.
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