Una joven viuda con un hijo a su cargo, que durante el día dedica su tiempo a atender con amor y devoción las necesidades del muchacho, por la noche vende su cuerpo en las calles de Shangai, esperando a que los clientes compren sus servicios, para procurarse el sustento propio y el de su pequeño.
Una noche en que la policía está llevando a cabo una redada, la muchacha trata de escabullirse entre el tumulto de personas que corren huyendo de los agentes de la ley. Uno de los policías se fija en ella y la persigue hasta que queda acorralada en un lugar de salida imposible. Entonces toma una decisión que poco imagina las graves repercusiones que va a tener en su vida: Empuja una puerta y entra en la casa de un tipo que malvive en aquella descuidada y sucia habitación, es un jugador que se hace llamar El Jefe, que la esconde y le dice al policía que allí no entró nadie. Pero cuando el agente ha marchado, le exige a la muchacha, en pago a su ayuda, que se quede allí esa noche.
Al día siguiente se presentará en su casa con dos de sus secuaces y le comunica que a partir de ese momento, ella trabajará para él. La chica huye e intenta ganarse la vida con una profesión honesta, sin embargo, El Jefe la busca y la encuentra, obligándola a volver a la prostitución bajo amenazas y coacciones, pues en principio, la hace creer que ha vendido al niño por 200 dólares, aunque en realidad lo tiene uno de sus compinches. Se lo devuelve a la mujer, pero esta ya sabe lo que le espera si no sigue las instrucciones de su nuevo proxeneta.
Cuando el niño crece, su madre lo envía al colegio, donde, al igual que le ocurre en el barrio, los niños de su edad le rehuyen debido a la profesión de su madre y, no solo eso, los otros padres, piden que sea expulsado del colegio por considerarlo una mala influencia para sus hijos. El director del colegio intenta convencer al resto del claustro para que no tomen tan drástica medida, pero no consigue convencerlos y el crío será expulsado.
La vida de la madre, ya dura de por sí, entra en una espiral descendente atrapada entre las garras de su despiadado "protector" que se queda con la mayor parte del dinero que ella consigue y el desprecio de la sociedad que la rodea.
La vida de una mujer, atrapada por la vida y la sociedad que la proscribe y le niega el derecho a darle una educación a su hijo para que pueda salir de este pozo negro, haciéndole así culpable, en su inocencia, de los posibles pecados de su madre.
Toda una crítica a la hipocresía social de la China de aquel momento, un país, por una parte sumido en la pobreza, algo que posibilitó, entre otras razones, que el comunismo campase a sus anchas, que contrasta con el lujo y la modernidad de algunos barrios de Shanghai, ya en aquel entonces poblados de neones y anuncios que invitaban al consumo.
La pantalla se llena con la presencia de la protagonista del film, Lingyu Ruan, una belleza oriental de rostro hermoso y apacible, que interpreta a la perfección a la desgraciada mujer. Murió joven, cuando estaba a punto de cumplir 25 años, víctima ella misma de maledicencia social y de los posibles malos tratos de su pareja del momento, que la empujaron al suicidio.
Ruan, que ya era una estrella en aquel momento y quién sabe dónde podría haber llegado, hace una interpretación magistral lejos de las actuaciones melodramáticas, tan típicas del cine mudo y sus estados de ánimo son representados con absoluta naturalidad y realismo.
Estamos ante una película fuera de época, algo trasnochada, pues se trata de un film mudo estrenado en 1934, cuando ya después de 1927, el cine silente había ido perdiendo terreno y en la década de 1930, el cine sonoro era un fenómeno global.
Sin embargo, en otros aspectos, la película resulta muy moderna para el momento, con encuadres originales y una historia que se presenta sin reiteraciones, yendo directamente al grano de lo que se nos quiere contar.
En cualquier caso, es un film muy interesante, que se ve con agrado y además de ser una historia atractiva, resulta muy instructivo para quien quiera seguir el rastro de la evolución del cine.
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