Cuando la ocupación alemana de Francia se hace realidad en el transcurso de la II Guerra Mundial, se produce un masivo éxodo de habitantes de las ciudades, sobre todo de París, hacia zonas rurales.
Lucile Angellier (Michelle Williams), vive con su distinguida y austera suegra, Madame Angellier (Kristin Scott Thomas), en la ciudad de Bussy, ya que su marido ha sido hecho prisionero. Ambas viven ajenas a la realidad de la guerra hasta que un grupo de refugiados parisinos llega a la localidad huyendo de la ocupación, al que le sigue un regimiento de soldados alemanes que establecen sus residencias en los hogares de los habitantes del pueblo. A su casa llega un joven oficial alemán, Bruno von Falk (Matthias Schoenaerts), para ser alojado en la misma. Sobre ese telón de fondo, Lucile sufre un paulatino despertar que la lleva a examinar los difíciles sentimientos que ha mantenido reprimidos durante su desdichado matrimonio. Empieza a enamorarse de Bruno, el elegante y refinado oficial alemán, mientras se debate con sus sentimientos hacia el país con el que ha acabado por sentirse desilusionada.
Presenciamos el desarrollo de estos acontecimientos con el resto de la localidad como trasfondo y observamos cómo afronta cada personaje la ocupación alemana. Las distintas reacciones pueden determinarse según la clase. El vizconde (Lambert Wilson) y la vizcondesa de Montmort (Harriet Walker) negocian con los alemanes a cambio de obtener un trato favorable, mientras que su agricultor arrendatario, Benoit (Sam Riley), se siente impulsado por la ocupación a convertirse en miembro de la resistencia. La forma de reaccionar de los lugareños también depende del sexo, como puede verse a través de la mujer de Benoit, Madeleine (Ruth Wilson), Celine (Margot Robbie) y Lucile, y las relaciones tan diferentes que mantienen con los soldados con los que conviven.
La película se basa en el libro Suite Francesa que es, a su vez, parte de un proyecto ambicioso que no pudo terminar la escritora Irene Némirovsky, ucraniana de nacimiento, de origen judío, y francesa por adopción, que se vió obligada a abandonar Rusia muy joven por la revolución del año 1917. Fue detenida en 1942 y luego asesinada por los nazis en Auschwitz.
Suite Francesa es en realidad una colección de relatos o novelas, en la primera llamada “Tempestad”, Némirovsky narra la huida de París por el temor a las bombas alemanas en la primavera de 1940; y en la segunda parte, “Dolce”, en la que se centra la película, se detiene en la ocupación de una localidad francesa del interior, por tropas alemanas.
El libro fue encontrado en Auschwitz, tras la muerte de su autora. Su hija mayor, Denise Epstein, a quien fue entregado, mantuvo el cuaderno que contenía el manuscrito durante cincuenta años sin leerlo, creyendo que sería un diario y que su contenido podía ser demasiado doloroso para ella. Sin embargo, a fines de la década de 1990, habiendo hecho arreglos para donar los papeles de su madre a un archivo francés, Denise decidió examinar el cuaderno antes de desprenderse de él, con lo que acabó descubriendo su contenido, que publicó en Francia, donde se convirtió en un éxito de ventas en 2004.
Llama poderosamente la atención, con respecto a la novela, cómo fue capaz una mujer, de abstraerse a todo lo que la rodeaba, a los peligros que se cernían incluso sobre su propia vida, al miedo que, sin duda, debían sentir viendo lo que les estaba ocurriendo a los judíos y escribir un relato en el que reflexiona sobre la complejidad de la condición humana, y la gama de emociones que opone cada individuo a los acontecimientos ajenos a su voluntad.
Irène Némirovsky con su novela, ofrece un acto de resistencia contra el fanatismo y la intolerancia y eso trata de recogerlo la película aunque, a mi modo de ver, lo hace una manera irregular. Es cierto que se nos presentan todas las contradicciones que surgieron en aquella época entre la población civil y los ocupantes alemanes, las delaciones, los ajustes de cuentas entre vecinos por viejas rencillas latentes, incluso las revanchas entre clases sociales o entre sexos (una de las mujeres del pueblo le pregunta a la protagonista: ¿Crees que nuestros hombres son mejores que ellos?) y, por el lado alemán, los ajusticiamientos ejemplarizantes, los fusilamientos sin juicio, las torturas o los abusos valiéndose de su posición preeminente y del miedo.
La historia de amor entre los protagonistas es el reflejo de ese planteamiento de Némirovsky que se niega a generalizar entre las personas: estos son buenos, los otros malos, por el hecho de ser franceses o alemanes. Ella tenía claro en su novela que había alemanes que se vieron envueltos y arrastrados por las circunstancias, por el grupo, pero que en sí mismo no eran malas personas y franceses que se portaron como auténticos desalmados con otros compatriotas que vieron comprometida incluso su propia vida.
Es una película británica y cualquier cinéfilo, incluso un simple espectador que haya visto un poco de cine, sabe lo que esto significa, que su factura técnica y su envoltorio formal, son impecables, son maestros en ofrecernos la ambientación, la fotografía o las actuaciones adecuadas.
Sin embargo quizá el resultado sea un poco irregular y el mensaje no quede del todo bien transmitido, por cierta frialdad en su plasmación, pero yo creo que, para quien quiera verlo, queda claro y el film se ve con agrado.
Lo que me ha llamado mucho la atención fue lo de la escritora, sale huyendo de Rusia, y luego los nazis le dan matarile; en aquella triste época de la II Guerra Mundial entre otra mucha gente por sus ideologías y demás, sobre todo los escritores y novelistas que putas que las pasaron; si te tirabas por un sitio mal, y si te ibas a otro peor.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Irène Némirovsky estaba muy dolida con algunos de sus compatriotas de adopción que en ocasiones se mostraron complacientes con la ocupación alemana. Su condición de judía, supuso para ella una condena a muerte, a pesar de había sido bautizada.
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