Jane Eyre (Mia Wasikowska) huye repentinamente de Thornfield Hall, una extensa y aislada propiedad en la que trabaja como institutriz de Adéle Varens (Romy Settbon Moore), una niña que se encuentra bajo la custodia del melancólico Edward Rochester (Michael Fassbender).
La imponente residencia y la no menos imponente presencia de Rochester han puesto a prueba su resistencia. No tiene a dónde ir, por lo que acepta la ayuda ofrecida por el cura St. John Rivers (Jamie Bell) y su familia. Mientras Jane Eyre se recupera en su nueva residencia, dedica el tiempo a recordar los tumultuosos sucesos que la obligaron a escapar mientras se pregunta si el pasado en verdad ha ocurrido.
Así, recuerda como a los diez años era una niña huérfana (la Jane niña es interpretada por Amelia Clarkson) y era maltratada y, después, expulsada de Gateshead, su casa de acogida, por su cruel tía, Mrs. Reed (Sally Hawkins), siendo llevada a la escuela Lowood, en donde recibirá una férrea disciplina, supuestamente encaminada a su educación y conocerá a Helen Burns (Freya Parks), una niña pobre que impresiona a Jane por su sensibilidad y carácter. Las dos se convierten en grandes amigas. Cuando Helen muere por enfermedad, la pérdida deja desolada a Jane, sin embargo, su fuerza hará que siga hacia delante y se proponga tomar sus propias decisiones en la vida.
Cuando ha completado su educación, Jane llega a Thornfield, siendo tratada con cortesía y respeto por el ama de llaves, Mrs. Fairfax (Judi Dench). Rochester despierta el interés de Jane a través de juegos de ingenio e historias, y le confiesa algunos de sus pensamientos más íntimos. Pero su mal humor preocupa a Jane, así como los extraños sucesos en la casa, especialmente en el ático. Jane intuye que esos sucesos están conectados con Rochester y no se equivoca: finalmente descubre el terrible secreto que él ha intentado ocultarle y decide huir.
Basado en la conocida novela de Charlotte Brontë, tantas veces llevada a la pantalla, en esta ocasión, por el estadounidense Cary Joji Fukunaga, que se aparta de la narración lineal para darnos a conocer el pasado de la protagonista mediante flashbaks, hasta que ambos tiempos narrativos enlazan definitivamente.
Música de Dario Marianelli y una espléndida fotografía de Adriano Goldman que capta muy bien la belleza desolada del páramo británico.
¿Hacía falta otra adaptación de la celebrada novela de Charlotte Brontë? Posiblemente la primera respuesta que se le viene a uno a la cabeza es que no, sin embargo, como todo en la vida, depende de las pretensiones y del resultado y, en esta ocasión, estamos ante lo que algunos han considerado la mejor adaptación de Jane Eyre, sobre todo porque sabe captar a la perfección el tono de romanticismo gótico de la novela y por la acertada definición de los personajes.
Se nota el sello especial que distingue los films británicos, esa elegancia y cuidado en la ambientación, con escenarios muy bien diseñados, un vestuario espléndido y sabiendo sacar el máximo partido a los exteriores que nos transportan a ese mundo de rígida moral. La historia de una mujer fuerte, que sabe sobreponerse a la dureza con que la vida le trata y sacar a relucir su carácter fuerte y su gran voluntad.
Muy bien interpretada, lo cierto es que uno puede disfrutar de toda la grandiosidad de una obra que destila un impetuoso romanticismo. La vida de esta singular institutriz nos atrapa desde las poderosas imágenes del comienzo.
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