En 1964, en una parroquia del Bronx, un apasionado y carismático sacerdote, el padre Flynn (Seymour Hoffman) intenta cambiar las rígidas normas del colegio, que durante años han sido celosamente salvaguardadas por la hermana Aloysius Beauvier (Meryl Streep), una estricta directora que cree firmemente en el poder de la disciplina. Soplan vientos de cambio político; prueba de ello es que el colegio ha aceptado al primer alumno negro, Donald Miller (Joseph Foster), además la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, convocado por Juan XXIII en 1962, se enfrenta a una serie de grandes reformas cuyo objetivo era la modernización de la institución para adaptarla a las necesidades de su tiempo. A mediados de los 60, el aspecto exterior de la Iglesia ya había cambiado; las monjas no estaban obligadas a vestir el hábito y se habían suprimido muchas formalidades entre los sacerdotes y sus feligreses. Pero cuando la hermana James (Amy Adams) le cuenta inocentemente a la hermana Aloysius que parece que el padre Flynn presta demasiada atención a Donald, la superiora, sin contar con una sola prueba, comienza una cruzada personal para sacar a la luz la verdad y expulsar a Flynn del colegio por abusar del alumno. Esta batalla amenaza con desgarrar la comunidad de manera irreversible.
La película se basa en una obra teatral de John Patrick Shanley, ganadora del Premio Pulitzter y de un Premio Toni. Permaneció en las carteleras de Broadway durante más de un año, alcanzando la cifra de 525 representaciones.
El autor de la obra, es también guionista y director del film. Habían transcurrido 18 años desde que había estado detrás de la cámara dirigiendo su último film, cuando rodó esta película.
¿Se puede acusar a alguien de manera preventiva?
Muchas veces salen a la luz asuntos desagradables de los que a posteriori, se dice que se podían haber evitado. Es cierto que, en ocasiones, hay evidencias suficientes y una actuación negligente por quien pudo haber intervenido, pero en otras se trata, sencillamente, de una actitud de prudencia ante la falta de pruebas fehacientes que sustenten acusaciones que pueden llegar a destruír la vida de una persona de resultar inciertas, porque la sospecha queda sembrada y siempre habrá quien vea las cosas de manera que acusan a quien es señalado por más circunstanciales que sean las pruebas esgrimidas.
De eso va este film, de las dudas que se nos plantean a lo largo de la vida, algunas veces sobre asuntos triviales, pero otras veces sobre temas que pueden ser determinantes y en los que nos podemos ver implicados incluso sin quererlo.
¿Hemos de ser prudentes, o hemos de arriesgarnos en un juicio temprano que puede evitar males mayores, pero también causar daños irreparables de resultar equivocado?
Es complicado y la película lo plantea de manera magistral, haciendo que el espectador simpatice o no, conforme va transcurriendo la película, con cada uno de los personajes, porque todos tienen sus razones y la duda nos persigue más allá de los títulos de crédito finales.
John Patrick Shanley la ambienta en un centro católico, no porque vaya buscando polémica, porque quiera criticar la hipocresía de la religión o porque haya segundas intenciones respecto al tema de los abusos sexuales en la Iglesia que aparecen de vez en cuando en los medios, sino porque es un terreno que conoce, él mismo fue alumno de un colegio católico, ubicado en el Bronx neoyorkino y la película está dedicada a la hermana Margaret McEntee, conocida como la hermana James en el Colegio de San Antonio al que asistía Shanley. Ese conocimiento hace que se mueva sobre ese terreno como por el salón de su casa, de hecho, todo lo que hace el personaje de Jimmy Hurley (Lloyd Clay Brown) al principio del film, cuando se dispone a ayudar a misa, son las mismas cosas que hacía Shanley cuando era niño.
Una de esas películas en las que todo está bien, desde la ambientación o el vestuario (de la gran Anne Roth), hasta el guión, la fotografía, la realización y unas actuaciones sobresalientes, con un duelo interpretativo de altura entre los dos protagonistas, muy bien secundados por una encantadora Amy Adams. Y algunos planos y escenas realmente logrados, en más de una ocasión con un contenido simbólico que va más allá de la propia imagen (llamativa la aparición en pantalla de Meryl Streep, en cuatro imágenes queda definida buena parte de la forma de ser del personaje)
La planificación también es perfecta, el film nos va presentando los detalles que inoculan la duda en el espectador (las uñas largas y cuidadas del padre Flynn, las flores secas que guarda en su libro de oraciones... cosas que en sí mismas nada dicen, pero a las que se da un intencionado doble sentido), nos los deja caer y vuelven a aparecer más adelante manteniendo tensa nuestra atención.
Una película para pensar, incluso de esas que se pueden ver más de una vez y no solo no te cansa, sino que descubres cosas nuevas y, por supuesto, para disfrutarla y disfrutar del trabajo de Hoffman y Streep, sensacionales ambos.
Las dudas y sospechas sobre la condición sexual o las actuaciones en ese sentido de personas vinculadas a colegios de loa años 1960, son siempre susceptibles de montar infundios sin disponer de pruebas.
ResponderEliminarLo malo es que en España en aquella época los colegios (de religiosos casi todos) tenian muchas huellas de sodomía o pederastia y hoy siguen apareciendo personajes que confiesan los abusos sufridos.
De cualquier manera, como ya digo, ese no es el tema principal del film, sino el de la duda que plantean ciertas insinuaciones, bien sobre este u otros delitos o actitudes sospechosas de ciertas personas.
EliminarLa he visto, la recuerdo, y creo que está muy bien. Me parece a mí que los actores están a la altura de los personajes que interpretan. En cuanto a la iglesia que vamos a decir, ya que mientras más tiempo pasa, más cosas salen a relucir, y a bien seguro, que otras nunca verán la luz. Una cosa es la condición sexual de cada cual, y otra son las tropelías que ha cometido la muy y Santa Iglesia Católica.
ResponderEliminarSalud Trecce.
Sí, la película está bastante bien.
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