Libro curioso que, como ya he comentado con otros en ocasiones anteriores, ha dejado en mí sensaciones contrapuestas, por un lado, como siempre, mi respeto por una persona que es capaz de escribir un libro que tiene interés y consigue publicarlo, como es el caso de Manuel Hurtado Marjalizo, por otro, he de confesar que se me ha hecho pesado.
El libro narra la historia de un pintor, Adrián Fadrique, que en los años 30 sufre una especie de desdoblamiento de personalidad, y que, durante el frustado alzamiento militar en Madrid, es víctima de una brutal agresión por los rebeldes que le hace perder la memoria de unos cuantos años de su vida. Cuando la Guerra se da por perdida, Fadrique, que ha estado trabajando como restaurador en el Museo del Prado, huye a Francia y tras un año de exilio regresa a Madrid en busca de su pasado.
Al tiempo, hay una historia paralela que tiene que ver con un cuadro que pintó Fadrique y es comprado en una subasta de Sotheby’s por el Museo Modernista de Madrid, pero que traerá muchos problemas al director del mismo que ha sido quien lo adquirió, ya que tanto unos supuestos continuadores de la siniestra labor de la Ahnenerbe alemana, como el Mossad israelí están interesados en hacerse con el cuadro a cualquier precio porque esconde un secreto de suma importancia.
La novela está ambientada en el Madrid de la posguerra en lo que respecta a la historia de Fadrique, una ciudad plagada de espías extranjeros que conspiran para que el Régimen entre en la guerra o se mantenga neutral, según los intereses de cada cual, retrata las penurias de la época que tiene sumida a la población en el hambre y las dificultades económicas y de abastecimiento.
Mezcla situaciones y personajes reales, con otros fruto de la imaginación de autor, así junto a las zonas míseras de Madrid y a la abandonada librería que da título al libro, visitaremos el café Pombo o la sala de fiestas Pasapoga y al lado de los personajes creados para la novela, desfilan por ella Serrano Súñer, el general Gómez-Jordana, el ministro Valentín Galarza, el empresario del wolframio Johannes Bernhardt, o los embajadores Eberhard von Stohrer(Alemania), Georges Renom de la Baume (Francia) o Samuel Hoare (Reino Unido) y, sobre todo la persona que va a extorsionar a Fadrique, Hans Lazar, el agregado de prensa de la embajada alemana, un tipo peculiar, cuya historia es poco conocida actualmente, pero que tuvo mucho poder en la España de los primeros años cuarenta. Lazar es un personaje realmente fascinante, porque hay constancia de que era el hombre más influyente y más poderoso de la colonia alemana en Madrid. En aquella etapa de carencias tremendas, durante la que no había prácticamente comida y las cartillas de racionamiento estaban a la orden del día, Lazar daba fabulosas fiestas en su casa de Madrid, un fastuoso palacio de la Castellana que era propiedad de la familia Hohenlohe. Estaba casado con una condesa rumana, la baronesa de Petrino, y con los bienes y el dinero que manejaban las 350 empresas alemanas que había en España consiguió comprar las voluntades de periodistas muy influyentes de la época.
Por todo ello, no es de extrañar que Lazar fuera un personaje realmente odiado por los Aliados. Samuel Hoare, el embajador británico por aquella época, lo catalogaba como una persona repulsiva cuando escribió sus memorias, poco después de la Segunda Guerra Mundial, aunque al tiempo señalaba que era la persona más influyente y más poderosa del Madrid de aquella época puesto que conseguía colocar las ideas de Hitler en la mayoría de los periódicos españoles. Y si bien los Aliados intentaban lo mismo, nunca tuvieron ni parecido éxito. La verdad es que Lazar era un hombre muy curioso del que se sabía muy poco. Tenía una gran afición por las obras de arte, con las que mercadeaba en la capital de España, y mantenía unas excelentes relaciones con la Iglesia. No en vano, solía proponer a numerosos párrocos repartidos por toda la geografía española el tener su propia parroquia gratis y, en definitiva, transmitir las ideas a sus feligreses gratuitamente. Yo les montó su hoja parroquial, su propaganda eclesiástica, con dinero de las empresas alemanas en España, les decía, y los curas aceptaban pensando que era una buena oportunidad para trasladar sus ideas a los fieles. Sin embargo, en aquellas hojas parroquiales, más de 250, Lazar conseguía incluir la propaganda a favor de Hitler y de esta forma influir en la sociedad española.
La verdad es que la historia que monta Hurtado Marjalizo es muy atractiva, pero se pierde en explicaciones prolijas, repeticiones y, en muchas ocasiones, situaciones muy, pero que muy poco creíbles, como si le faltara imaginación para crear una trama realmente convincente.
Quizá a lectores que estén un poco perdidos en la reciente historia de España, les entretenga descubrir ciertas cosas de la época, a otros nada nuevo les aportará en este aspecto.
La parte de la historia que se refiere a Fadrique, no está mal, aún con todas sus carencias, pero la ambientada en la época actual queda bastante increíble desde su propio inicio, que no hay quien se lo trague y con muchas de las situaciones que propone, todos sabemos como se las gasta el Mossad y, sin embargo, aquí parecen principiantes. Además tiene un tufillo a Código da Vinci que echa para atrás.
En fin, luces y sombras y, sobre todo, demasiado larga para lo que cuenta.
Había oído de la existencia de este libro pero no tenía ni idea de cómo es. Ahora ya sé a qué atenerme. Gracias por la información.
ResponderEliminarVeo que traes a LAZAR y del que el otro día día hablaba en un post mío. Siniestro personaje, típico de aquel Madrid de espías de todos los colores.
Sí, el otro día cuando hablabas del tipo este, me causo cierta gracia, que nunca había oído hablar de él y en pocos días aparecía como personaje del libro que estaba leyendo y de una entrada de tu blog.
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