lunes, 26 de junio de 2017

CIUDAD DE DIOS

La trama gira en torno a Buscapé (Alexandre Rodrigues), un habitante de la Ciudad de Dios, en Río de Janeiro, que desde pequeño fue testigo de primera fila de la violencia que asola a la favela en cuestión. Buscapé es un niño de 11 años tímido y sensible que observa a los niños duros de su barrio, sus robos, sus peleas, sus enfrentamientos diarios con la policía. Pero él sabe muy bien lo que quiere ser si consigue sobrevivir: fotógrafo. Dadinho (Douglas Silva), un niño de su edad que se traslada al barrio, sueña con ser el criminal más peligroso de Río de Janeiro y empieza su aprendizaje haciendo recados para los delincuentes locales. Admira a Cabeleira (Jonathan Haagensen) y su pandilla, conocida como “O Trío Ternura” que se dedica a atracar los camiones del gas. Un día Cabeleira le da a Dadinho la oportunidad de cometer su primer asesinato.
La película comienza mostrando unos pollos que están siendo preparados para comer, uno de ellos se escapa y una banda de jóvenes armados lo persigue. Buscapé que se encuentra con ellos de frente, cree que quieren matarlo.
En ese momento la historia retrocede  hasta los años 60 y nos va contando cómo ha llegado hasta esa situación el protagonista y cómo los delincuentes dividen parte de los ingresos de sus fechorías con los habitantes de la favela a modo de modernos Robin Hood, aunque en realidad lo que buscan es verse protegidos por ellos.


El guión se basa en el libro del mismo título del antropólogo Paulo Lins que nació en una favela.
Aunque al final de la película se nos dice que está basada en hechos reales, parte del material utilizado se extrajo de las entrevistas realizadas para el proyecto Crime e criminalidade nas classes populares, de la antropóloga Alba Zaluar y de artículos publicados en los periódicos O Globo, Jornal do Brasil y O Dia.


"El primer día que visité el barrio de Ciudad de Dios", cuenta Meirelles, "un niño de once años trató de asaltarme con una pistola". Así que "para poder rodar allí, tuvimos que pedirle permiso al jefe de los narcotraficantes que, casualmente estaba en la cárcel", dice el director. Pero "al final, filmamos en un barrio muy similar, bajo la protección de otro narcotraficante que nos obligó a contratar a su gente y a informarle de todos nuestros movimientos". Por eso la película transpira autenticidad, la apabulllante verosimilitud que surge de cada secuencia, plano y rostro, en un retrato hiperrealista y desolador de uno de los lugares más oscuros de nuestro mundo.


La película tiene mucho de naturalismo y de testimonio, la violencia narrada supera lo imaginable; por ejemplo la escena en que dan a elegir a los niños dónde quieren que les disparen, si en el pie o en la mano, la brutalidad sexual, el asesinato de niños... En este ambiente, la policía también corrupta roba a los delincuentes, los asesina. Se salvan contados personajes, los que consiguen huir de la favela, pero hay una especie de resignación, de creencia en un destino determinista, que impide escapar de las fronteras de la violencia.


Desde luego no es la película ideal para ver comiendo palomitas, se te pueden atragantar. Riete tú de la violencia de Tarantino o de Peckinpah, esto no es Estados Unidos, es peor y Fernando Meirelles lo refleja con toda su crudeza, con secuencias demoledoras tomadas, en ocasiones, desde ángulos poco usuales y que nos recuerdan, salvando las distancias, algunas películas de Tarantino (Pulp Fiction o Reservoir dogs).
Los actores se mueven muy bien en pantalla, dando total verosimilitud a la historia que, por otro lado tiene unos buenos diálogos, está estupendamente ambientada y tiene un montaje sensacional.
A destacar el ritmo de la parte final, la guerra entre bandas, con Ze Pequenho (Leandro Firmino) y Mané Galinha (Seu Jorge) a la cabeza. 
Lo malo de todo esto es que estamos hablando de la realidad, una realidad muy cruel en la que muchas personas mueren cada día; lo bueno, casi todo lo demás.




4 comentarios:

  1. Ese mundo de Rio de Janeiro con sus fabelas, al igual que el mundo de Sinaloa en México, vienen a ser el contrapeso moral a una globalización comercial que esconde todo eso.
    Es bueno que las gentes vean pelis así para tratar de concianciar de que no todo es Benidorm en esta vida.

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    1. La otra cara del Río que nos venden las agencias de viajes.
      Y además, la peli es muy buena.

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  2. Muy dura, pero eso como por desgracia es real, es bueno que la gente sepa, en los jardines que se mete, porque cuando vamos por ahí de vacaciones nos enseñan lo mejor, y yo creo, que aunque sea a menor escala, casi todas las grades ciudades cuentan con sitios muy conflictivos.

    Salud Trecce.

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