jueves, 1 de septiembre de 2016

LADY SMITH

Durante la Guerra de los Bóers, allá a principios del pasado siglo, los bóers tuvieron encerrados a los ingleses en Ladysmith, la tercera ciudad en importancia de la provincia de Natal, en lo que hoy es África del Sur.
Lo que no todo el mundo conoce es que la ciudad se llama así en honor de una española, Juana María de los Dolores de León, una joven que, junto a su hermana, se presentó en el campamento que las tropas inglesas del general Wellington tenían en Badajoz, durante la Guerra de la Independencia española. Ambas jóvenes venían a pedir amparo ante las tropelías de la soldadesca británica que las había dejado literalmente en la calle, pues de su hermosa casa, no les habían dejado dónde posar la cabeza, cambiarse de ropa o comer un bocado. El caso es que aquella jovencita de apenas 14 años, robó el corazón al Harry Smith, entonces joven teniente del ejército británico, que contaba 25 años.
La tomó por esposa y ambos salieron de Badajoz, él dedicado a sus obligaciones militares y ella, siguiendo a su marido, primero en la memorable jornada de los Arapiles, junto al Tormes y, más adelante en Arganda, Madrid o Alcalá.
Harry (Enrique, como su esposa le llamaría), había servido anteriormente en Ultramar, concretamente formando parte de una misión enviada a Montevideo como avanzadilla de la que el general Whitelock iba a llevar a Buenos Aires. Harry se vio atacado de gran fiebre y disentería y fue asistido por una familia española que, según dice él mismo, le salvó la vida. El episodio sirvió para que el joven teniente aprendiera español y se ejercitara en los modos de ser españoles, conocimientos que, a lo que se ve, le sirvieron durante lo que los ingleses conocen como Guerra Peninsular (para nosotros de Independencia) para conquistar a su nueva esposa.
Salvo algunos meses en los que Harry sirvió en América durante la Guerra de Independencia Norteamericana, Juana siempre siguió a su marido en cuantos destinos tuvo, incluso durante las peligrosas jornadas de Waterloo, donde, por cierto, se dio una curiosa anécdota que no me resisto a reproducir: Juana tenía una perrita, su doguita, como ella la llamaba por la raza de la perra, cuando sonaron las alarmas porque empezaba la batalla, había que salir a escape y Juana, montada en su yegua (era una excelente amazona), pidió al ayudante de su marido que le alcanzase a la perra, para llevarla en su regazo, pero al recogerla, perdió las riendas y la yegua, nerviosa por el ambiente que la rodeaba, salió a galope tendido, hasta que dio con los huesos de Juana en el barro.
Un húsar inglés, de Los Rifles de Hannover, le dijo a Juana que no merecía compasión llevando siempre a ese perro. Tírele al suelo, añadió. A lo que Juana respondió: No merecería compasión si lo tirase. El mundo al revés, como se ve, porque si la simpatía con los animales, halla en los ingleses su encarnación más activa, no cabía hacerse ilusiones, al menos a principios del siglo XIX, sobre la indiferencia del español corriente para con los sufrimientos de los animales.
Pero volviendo a las peripecias de nuestra heroína, diremos que tras la derrota napoleónica en Waterloo, estuvo en París, donde conoció al Zar de todas las Rusias, entabló cierta amistad con Wellington, a quien ya conocía de España. Más adelante formó parte de la delegación británica que asistió a la boda de Pedro V de Portugal y asistió como invitada a algún banquete ofrecido por la reina Victoria. Cabalgó junto a su marido por los dispersos territorios del Imperio, lo mismo en la India que, ya con Henry como procónsul, en El Cabo, allá en Sudáfrica, en la época de las guerras contra los cafres (xhosas, zulúes y sothos).
En esos años, anteriores a su definitivo retiro en Manchester, fue cuando su marido, que siempre estuvo profundamente enamorado de ella, como se puede comprobar en sus memorias (The autobiography of lieutenant-general sir Harry Smith, Baronet of Alinwal on the Sutle G.C.B.), nombró a la mejor de las ciudades que fundó como Ladysmith.



4 comentarios:

  1. De visita en tu blog.Me place leerte.Te invito a leerme.caminantecaminemos.blogspot.com

    ResponderEliminar
  2. Bonita y azarosa vida, la de estos personajes; la desconocía. Y mira por donde el nombre tan curioso de la ciudad. Mucho se aprende por aquí.

    Abrazo Trecce.

    ResponderEliminar