Karen White (Dee Wallace) es una popular presentadora de televisión que forma parte de una operación encubierta destinada a capturar a un asesino en serie. El asesino, que ha sido bautizado como "Eddie la trituradora" por la prensa, ha desarrollado una obsesión con Karen, le envía mensajes y hace llamadas telefónicas. Bajo vigilancia policial, Karen acepta reunirse con Eddie a pesar de la preocupación de su marido, Bill (Christopher Stone). Karen utilizará un micrófono oculto en el lugar de encuentro designado, que resulta ser un sex-shop. Siguiendo las instrucciones recibidas, se dirige a las cabinas privadas en la parte posterior y se mete en la que se halla Eddie. Mientras tanto, el transmisor de Karen ha dejado de funcionar, y sin saberlo ella, está aislada de la policía que intenta frenéticamente no perder su rastro.
Karen habla con Eddie sentada de espaldas a él , que no la permite darse la vuelta y mirarle. Su obsesión sexual con ella se hace evidente, y algo en él parece cambiar. Le dice a Karen que se de la vuelta y ve algo en él que la aterroriza. La policía llega, rodea la cabina de vídeo y abre fuego, matando a Eddie. En el exterior, se reunirá con Bill y sus colegas de la televisión, Karen no puede recordar nada de lo sucedido dentro de la cabina, y aunque intenta volver al trabajo después de su encuentro con Eddie, descubre que se bloquea al salir al aire tras sufrir un lapsus embarazoso durante la transmisión en directo. En un esfuerzo por recuperarse de su trauma, Karen visita a su psiquiatra, el Dr. George Waggner (Patrick Macnee). Waggner es un autor conocido y ha escrito un libro de psicología que compara al hombre moderno a los animales salvajes. Waggner decide enviar a Karen a "La Colonia", un refugio rural en el que pacientes seleccionados van a relajarse y a participar en sesiones de terapia de grupo. Karen y Bill llegan a "La Colonia" y descubren que es un pintoresco lugar, pero los habitantes son muy extraños.
El guión se basó en el primer libro de la trilogía The Howling (1977), de Gary Brandner. Unos libros que rompieron esquemas en el asunto de la licantropía, al dotar a sus personajes de consciencia sobre su naturaleza, de la que no están avergonzados, ni intentan escapar, únicamente pretende adaptar sus vidas al mundo que les rodea para seguir sobreviviendo con sus propias costumbres.
La película se ha convertido con el paso del tiempo en un film de culto, en buena parte por los sensacionales efectos logrados por Rob Botin, que apenas contaba 21 años entonces y que logró un trabajo magistral que aún hoy día sigue sorprendiendo. Las increíbles transformaciones, para las que Botin utilizó látex, máscaras hinchables y toda clase de prótesis. La espectacular transformación completa de Eddie frente a Karen dura ¡varios minutos! durante los cuales las uñas crecen, las manos se estiran, asoman los colmillos y la piel se cubre de pelo frente a los ojos del espectador como si se tratara de un brillante truco de magia. El film acabó para siempre con la vieja técnica del encadenado de imágenes que se utilizaba hasta entonces.
El film de Joe Dante, plantea una reflexión sobre el comportamiento humano, pero lo más interesante es lo que hemos señalado al hablar de la novela de Brandner, que se trata de la primera versión en la que sus protagonistas eran conscientes de que eran licántropos y plantean el asesinato como medio de subsistencia en la mayoría de los casos.
El argumento tampoco es que sea nada del otro mundo, pero sí es de agradecer que sin necesidad de recurrir a grandes muestras de carnicería, la película consigue crear, a base sobre todo de la sensación de desamparo, aislamiento y soledad que se respira en el bosque y su entorno, el clima de miedo y tensión que el aficionado espera de este tipo de films.
No hay comentarios:
Publicar un comentario