Guy Montag (Oskar Werner) trabaja como bombero, pero no emplea la manguera o el extintor, sino un lanzallamas, ya que en el mundo en que vive, los libros están prohibidos y los bomberos se dedican a localizar ejemplares escondidos y a quemarlos.
Un día en el que regresa a casa en el tren después del trabajo, una joven que es vecina de Montag, le aborda y entablan conversación. Entre otras cosas, le hace una pregunta que perturba a Montag "¿Ha leído usted alguno de los libros que ha quemado?"
Montag, que hasta entonces había sido un hombre disciplinado que cumplía lo que mandaban sus superiores sin pensar, comienza a hacerse preguntas y, lo que es más peligroso, sin saber muy bien por qué, un día coge un libro y comienza a leer y a pensar.
Poco a poco se va dando cuenta del sistema de alienación que han tejido alrededor de la sociedad, convirtiendo a los ciudadanos en seres preocupados solamente por lo superficial y empieza a ver su trabajo de una manera totalmente distinta, los libros han abierto definitivamente su mente.
Linda (Julie Christie), la esposa de Montag, asustada ante la nueva actitud de su marido, le denuncia y los bomberos se presentan en su casa, encontrando los libros que esconde. El propio Montag viaja con ellos y su jefe le invita a que sea él mismo quien maneje el lanzallamas.
Basada en la novela del mismo título del norteamericano Ray Bradbury, todo un icono de la ciencia ficción, es una negra utopía en la que se nos describe una sociedad en la que los libros y la lectura están proscritos, en la que impera el culto al hedonismo puro y duro y en el que los poderes públicos persiguen con saña a todo aquel que posea libros, a todos los que todavía, a escondidas, se entregan al nefasto vicio de la lectura. En el país descrito por el autor hay que ser feliz por decreto, y la gran mayoría de la gente lo es.
En algunos aspectos, la película ha perdido con el tiempo, hoy se nos presentan algo trasnochados el diseño de vestuario y parte de la ambientación del film, asi como algunos de los ensayos que François Truffaut hace con la cámara, pero la esencia de la película, su mensaje, tomado del libro de Bradbury, han cobrado nueva vitalidad en este mundo en el que vivimos actualmente, en el que ya no sólo a través de la televisión, como en aquel, sino también de las llamadas redes sociales, se inocula día a día esa especie de virus que anida en muchos seres humanos hasta convertirlos en una masa aborregada que no piensa por sí misma.
Pese a su atmósfera apocalíptica, nos deja un rastro de esperanza; no todo estará perdido mientras la gente posea la memoria para albergar las palabras y el conocimiento que pueda transmitirse oralmente, de generación en generación.
Las veleidades de los autores de la novelle vague con el cine de autor, de vez en cuando nos deparan una agradable sorpresa, como es el caso de esta película y su mensaje que, para desgracia nuestra, es peligrosamente actual.
A pesar de esa estética sesentera, el film no ha perdido un ápice de modernidad y las reflexiones a que invita son de lo más adecuadas para que pensemos a dónde vamos por el camino que llevamos.
Brillante versión de una novela también brillante. Me marcó mi adolescencia cuando la vi en aquellos maravillosos años en que ne la televisión ponían grandes películas.
ResponderEliminarEn efecto, la novela ya había marcado todo un hito.
EliminarQuizá es porque ya hemos visto y leído muchas distopías y esta me dejó indiferente, la película apenas me gustó. No creo que vuelva a verla. Aunque siempre me gustan tus entradas sobre cine, aprendo cosas aunque ya haya visto la peli.
ResponderEliminarMuy amable, gracias.
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