Todavía hay ingenuos que piensan que en los aparatos de los grandes partidos hay gente (asesores los llaman) que trabaja para advertir al líder de turno cuando las decisiones concretas o las grandes líneas políticas que siguen, están equivocadas.
Nada de eso, se toman las decisiones, se emprende determinado camino y de ahí en adelante, todo se vuelve un coro de aplaudidores que jamás sabrá reconocer y mucho menos apuntar a su líder, que se han equivocado. El político que llega a un alto puesto, vive a partir de su encumbramiento en una burbuja que le aísla de la realidad, rodeado de una serie de personajes de mayor o menor relevancia que lo único que buscan es mantener su estatus. Las decisiones que toman, en el mejor de los casos, están fundamentadas en su buena voluntad, ni siquiera niego eso, pero si ven que aquello no da resultado, lo último que harán es admitir su error, cuando no empecinarse en seguir el rumbo equivocado.
Comentaba hace poco el escritor Alex Rovira que una persona muy cercana a Zapatero, le había dicho que nadie (NADIE) del entorno del presidente le decía nunca (NUNCA) que lo estaba haciendo mal. Y es que en las esferas del poder, seas del color político que seas, te acabas aislando de la realidad.
Está bien que quien gana unas elecciones lo celebre, incluso es humano que se regodee en el triunfo, pero convendría que pasado un tiempo prudencial, pusiera los pies en el suelo y escuchara a la gente, a los ciudadanos en general y no solo a los aduladores.
Siempre recuerdo, a cuenta de esto, al esclavo romano que acompañaba al general victorioso en su cuadriga, cuando celebraba el triunfo por las calles de Roma y, al tiempo que sujetaba la corona de laurel sobre la cabeza del héroe, le repetía la famosa frase "Respice post te, hominem te esse memento".
Convendría que alguien cercano les dijera de vez en cuando, cuando viniera al caso, claro, no por que sí: No te creas que los estás haciendo todo bien.
Un ejemplo de dirigente de país que no se dejaba hundir en la misería de la burbuja aduladora fue el francés CLEMENCEAU. El que dirigió Francia cuando la primera Guerra Mundial.
ResponderEliminarPero hay que ser de su talla para poder hacerlo. Estos de ahora y de aquí son pura chusma aupada al Poder.
Lo normal es que quien no está en esa onda de aislamiento, dure poco, a veces porque le hacen el vacío ya que resultan molestos, otras porque se dedican a su profesión abandonando la política hastiados del panorama.
EliminarEse es precisamente el problema de todos nuestros políticos, tan pronto como alcanzan el liderato. Los que les rodean los aíslan de la realidad. porque tratan de trepar en el staff político con lisonjas y arrastrándose ante los líderes de turno. Y los líderes se dejan llevar porque les falta talla moral. Han llegado ahí también con adulaciones y arrastrándose ante los dirigentes de turno
ResponderEliminarDe acuerdo, José Luis.
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