En un mundo en el que en cada convergencia de los soles, los ejércitos de los Tres Inmortales se enfrentan en una guerra cuyo origen nadie recuerda, en la que no hay vencedores, unicamente vencidos, cuyos cadáveres quedan abandonados a las fauces de sierra de los sheersnecks bicéfalos, J’on un pequeño chninkel, logra sobrevivir milagrosamente. El Amo y Creador de los mundos, se le aparece y J'on recibe el encargo divino de poner fin a esa guerra eterna. El pequeño chninkel, que en el fondo solo quiere vivir en paz, se verá envuelto en una misión que no ha buscado, convirtiéndose en El Elegido, al que su atormentado pueblo ha esperado durante generaciones. En su nuevo cometido, contará con la ayuda inestimable y la lealtad hasta más allá de lo esperado de Bom-Bom (un gigantesco simio) y G'wel, una joven perteneneciente a una tribu de chninkels libres.
El guionista, Jean Van Hamme, construye una historia que, sobre todo, pretende entretener al potencial lector, pero a medida que uno avanza por las páginas del libro, se encuentra con mucho más que la recreación de un mundo fantástico y asistimos a una parábola en la que nos es fácil identificar pasajes enteros del Antiguo, pero sobre todo, del Nuevo Testamento y también otras referencias literarias y mitológicas.
Con un guión aparentemente sencillo, Van Hamme trasciende las meras convenciones del género fantástico en el que suele primar la aventura por sí misma, para abordar sin ninguna ampulosidad, pero con humor y originalidad temas más trascendentales como el origen del universo y, más concretamente el de la humanidad y el porqué de su supremacía sobre el resto de los seres.
Los dibujos de la historieta son del polaco Grzegorz Rosinski, que prescinde del color, para demostrar que domina con absoluta soltura el blanco y negro, a base de la mezcla, incluso dentro de la misma viñeta, de trazos sencillos, en ocasiones poco más que esquemáticos, con otros más detallistas y, en ocasiones, no exentos de cierto barroquismo, pero, en cualquier caso, de gran vigor y belleza plástica.
Magníficamente planificada, la historia sigue el esquema clásico: introducción, nudo y desenlace; pero eso que puede parecer fácil, no lo es tanto a la hora de conseguir mantener la atención del lector, algo que el escritor belga consigue desde el inicio al final de la obra.
Lo desconocía Trecce, y gracias; ya vamos mejor.
ResponderEliminarEste te gustaría, quizá para comentarlo con tu amigo el cura.
EliminarTomaré nota...
ResponderEliminarA mí me ha gustado.
EliminarPor cierto, la G'wel, cómo se parece a la actriz Natalia Seseña.
ResponderEliminarhttp://elblogdeenrique-kike1981.blogspot.com.es/2012_09_01_archive.html
Mira que eres malo, pero hay que reconocer que parece una caricatura de ella.
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