Brevísimo relato del irlandés John Sheridan Le Fanu, en el que el autor nos traslada una historia que ha encontrado, supuestamente, entre los papeles de un anciano párroco ya fallecido y que entronca con una superstición extendida en ciertos lugares de Irlanda, la de que el cadáver que ha recibido sepultura más recientemente, durante la primera etapa de su estancia contrae la obligación de proporcionar agua fresca para calmar la sed abrasadora del purgatorio a los demás inquilinos del camposanto en el que se encuentra.
Tras alguna anécdota, tan morbosa como divertida, alrededor de dicha superstición, nos cuenta la historia de una curandero que había alcanzado gran renombre como componedor de huesos y que, en virtud de una antigua obligación de los habitantes del lugar donde vive, ha de pasar una noche cuidando el viejo castillo del señor de Phelim, en cuyo salón se encuentra el retrato de uno de los antepasados de la familia que, al parecer, tiene la costumbre de descender del cuadro y pasearse por la estancia.
El relato se resuelve de una forma un tanto jocosa que provoca el fin de los paseos nocturnos del fantasma.
Todos los deudos del fallecido rezando por su descanso, y lo primero que se encuentra el alma del muerto son obligaciones y trabajos pendientes. ¡Vaya plan de ultratumba!
ResponderEliminarYa lo ves, cuando crees que te has librado de Hacienda... Ni morir a gusto le dejan a uno.
ResponderEliminarHay personas que tienen una imaginación desbordante y no contentos con inventarse anécdotas en este mundo sublunar, se van al más allá y asignan ocupaciones .a los que se han ido ya al otro mundo.
ResponderEliminarDe cualquier manera, John Sheridan Le Fanu es un clásico de la literatura fantástica y de terror, los aficionados al género le conocen de sobra.
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