La novela narra el obsesivo afán de venganza del capitán Acab, que desea dar muerte a Moby Dick, la ballena blanca que se comió su pierna. La historia está contada por Ismael, un joven que se alista como tripulante en el ballenero Pequod, matriculado en Nantucket, el barco que manda Acab.
Melville, que en su época fue más conocido por haber vivido un tiempo entre caníbales, no conoció el éxito de su libro, pues la acogida que tuvo entre público y crítica, fue desoladora.
No fue hasta mucho tiempo después, cuando Dos Passos, Faulkner y Dreisser, entre otros, sacuden las conciencias norteamericanas y hacen posible el resurgimiento de Melville y Moby Dick considerándolo como un monumento de las letras universales. La gama de personajes que transitan en esta aventura abarca todo; desde un hombre furioso con la vida y el mundo, como Acab, hasta un Queequeg, hombre rudo que duerme con su arpón, pero en el sueño, involuntariamente, abraza tiernamente a Ismael como si fuera una novia.
La novela tiene un sinfín de lecturas y algunos de los estudiosos que han trabajado sobre ella, ven toda una simbología de la Norteamérica actual: 30 son los tripulantes del Pequod (el mismo número de estados que tenía EE.UU. en vida de Melville); son capaces de dar la vida siguiendo a un líder, aunque a veces no le entiendan y parezca que ha perdido la razón; la internacionalidad de éstos, representa la humanidad, mezcla de razas de la población estadounidense. Sin embargo algunos autores, como Somerset Maugham piensan que Melville no tenía la abstracción intelectual para lograr escribir una alegoría deliberadamente. Además toda la simbología de la ballena y Acab, el bien y el mal (que cada cual lo ponga en el lado que prefiera), esa eterna lucha de la humanidad.
Herman Melville, en su juventud, fue marino y estuvo a bordo, al menos, de dos balleneros, así que lo que retrata son situaciones que conoce de sobra y eso se nota sobre todo en la utilización del lenguaje marinero. Las palabras propias de la navegación son usadas con acierto y variedad.
La belleza del lenguaje, sus vívidas y emocionantes descripciones de acción y por encima de todo, la siniestra figura del capitán Acab, hacen de Moby Dick, una obra maestra, el relato nos atrapa con su capacidad de sugestión y el poder y la fuerza de la aventura que nos envuelve.
Buen libro y extraordinaria toda la parte de la relación entre los personajes y la persecución de la ballena. Pero sinceramente me sobra muchísismas páginas sobre la biología, naturaleza y características de los cetáceos y demás seres marinos. Eso sí, cuando nos traslada la vida marina y las sensaciones de la tripulación durante la caza de Moby Dick, ahí es donde descubrimos un alto nivel de redacción en la obra de Neville. Muy interesante la interrelación de Acab y otros personajes con la biblia y todo lo relativo a lo celestial y lo terrenal.
ResponderEliminarA mí, sin embargo, me gusta todo lo que hay en la novela.
EliminarTenía una versión para niños con dibujos, pero me acuerdo mejor de la película pues por entonces la ponían mucho y como sólo había dos canales...era muy entretenida.
ResponderEliminarCreo que todos recordamos a Gregory Peck paseando de forma perturbadora su pierna de marfil por la cubierta del Pequod.
EliminarY sus versiones en el cine, irregulares e imperfectas la vieja de Millard Webb (La bestia del mar) que Frank Lloyd la realiza con sonido, la famosa de John Huston de 1956, cuyo fallo es haberle dado el Achab a Peck y no a un Orson Welles que hace de padre ¿Mapple? Para los jóvenes de hoy, no se yo si tiene los tintes iniciáticos que para generaciones anteriores.
ResponderEliminarLa verdad es que hace tiempo que no la veo, tendré que repasarla de nuevo, porque la verdad es que es de esos films que entretienen, aunque solo sea por ver al inquietante Queequeg con aquellos tatuajes en el rostro.
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