miércoles, 16 de octubre de 2013

AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS

En 1560, una expedición española se dirige a la conquista de El Dorado. Una vez atravesada la cordillera andina, Gonzalo Pizarro (Alejandro Repullés), su jefe, toma conciencia del peligro de seguir adelante y adentrarse en la selva en la que se hallan. Envía a un grupo de soldados y esclavos indios al mando de Pedro de Ursua (Ruy Guerra) para que reconozca el terreno y regrese al cabo de diez días, de lo contrario se les dará por desaparecidos. Como segundo al mando de la avanzadilla figura Lope de Aguirre (Klaus Kinski) que se niega a obedecer a Ursua cuando éste da orden de regresar, se produce una refriega y Ursua es herido y puesto bajo custodia. Aguirre está convencido de que hallarán el mítico reino y proclama su independencida respecto al rey de España.
El viaje por el río en la balsa que ha mandado construír se convertirá en una delirante espiral de desatinos, se ven obligados a enfrentarse con los indios que les acosan desde la orilla y las disensiones entre el grupo son constantes, además, es demasiado tarde para volver.


La película es de esas que no deja indiferente y yo tampoco me voy a meter en demasiadas honduras, porque las opiniones sobre ella son, a menudo, tan apasionadas como contrapuestas, nunca mejor dicho aquello de que o te gusta o la consideras un bodrio total y el caso es que cada cual, aún con criterios tan dispares, tiene sus razones fundadas.


El alemán Werner Herzog adaptó a su manera y bastante libremente la crónica de Fray Gaspar de Carbajal (Del Negro) fusionando acontecimientos y personajes reales de dos expediciones diferentes, la de Francisco de Orellana a través del río Napo y la de Ursua y Lope de Aguirre por el Marañón. Fray Gaspar estuvo en la primera, pero aquí se le sitúa en la segunda.
La película se rodó con un presupuesto muy bajo y esto, junto a la conocida relación de amor/odio entre realizador y protagonista, fue origen de no pocos problemas durante el rodaje.
Herzog, un hombre acostumbrado a las filmaciones no comerciales, se recrea en el entorno paisajístico y en la figura central del protagonista para ofrecernos un film diferente, dejémoslo ahí para no entrar en debates que no me apetecen demasiado.


Kinski es otro al que se juzga desde posturas enfrentadas, desde quien lo encuentra memorable hasta quien lo tacha de bufón, compone un papel lleno de gestos exagerados que a mí particularmente, me parecen un tanto fuera de lugar, sobre todo porque no he podido superar esa manera de caminar inclinado hacia atrás y hacia un lado con la que se mueve durante toda la película.
Al film se le han buscado similitudes con Apocalypse Now y, por ende, con la novela de Conrad El corazón de las tinieblas. Lo cierto es que la vida, en el sentido de paso del tiempo, comparada con un río, es una de las metáforas más recurrentes en cualquier manifestación artística. Aquí estamos en un río, con momentos turbulentos y remansos de paz, por ahí si se le quieren encontrar concomitancias con la película de Coppola, se puede y más si los peligros vienen desde la orilla y se ven recluídos en la embarcación. ¿Que el personaje de Kinski tiene que ver con el de Marlon Brando?, eso no lo veo yo tan claro, pero es una opinión.
En cualquiere caso, ya digo, película controvertida, diferente, a la que no se le pueden negar sus méritos y el esfuerzo que supuso su rodaje. Cada cual que saque sus propias conclusiones.





4 comentarios:

  1. Me resultó insufrible y mira que lo intenté no hace mucho.

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  2. Lo que impresionó a Herzog fue lo mismo que me impresionó a mí; la novela La aventura equinoccial de Lope de Aguirren de Ramón J. Sender. Desde su lectura y con fiebre la peli, una pasada.

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    1. Aunque yo pienso que se aleja de la novela de Sender, pero sí, al parecer eso fue lo que impulsó a Herzog a sacar adelante este proyecto.

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