viernes, 27 de septiembre de 2013

PASEO POR EL AMOR Y LA MUERTE

Cuando Heron de Foix (Assaf Dayan) y Lady Claudia (Anjelica Huston) nacen, la llamada Guerra de los Cien años, asolaba ya las tierras de Francia, cuando ellos mueren, el conflicto aún seguía.
Heron es un joven estudiante que abandona París, quiere ver el mar, para él símbolo de libertad y belleza. Para ello debe atravesar territorios peligrosos, llenos de cadáveres por los continuos enfrentamientos que en ellos se viven. Al final de una de sus jornadas, llega a un castillo en el que le dan cobijo por una noche, allí conocerá a la hija del señor de la fortaleza, Lady Claudia y entre ambos sellan una especie de pacto, ella será su dama a la manera de los libros de caballería, mientras él prosigue su viaje.
Cuando está a punto de llegar al mar, escucha la noticia de que los campesinos se han levantado en armas y han tomado varios castillos, entre ellos el de Claudia, matando a sus ocupantes. Heron vuelve sobre sus pasos en busca de su amada que ha encontrado refugio en una abadía tras la muerte de su padre.



Película llena de símbolos que, sin serlo, ni mucho menos, tiene algunos pasajes que se acercan al surrealismo. Quizá esta mezcla de estos y otros estilos, sin llegar a definirse en ninguno de ellos, es lo que hace un tanto enrevesado su visionado.


Si nos situamos en la época del estreno (1969), resulta clara su relación con la realidad sociocultural del momento. John Huston sitúa en un periodo convulso de la Edad Media, una situación actual, con el movimiento hippie, el Mayo del 68, la lucha por los derechos civiles o la oposición a la Guerra de Vietnam, en plena efervescencia.


Huston, un hombre ya entrado en años en esos momentos, se posiciona del lado de los jóvenes y de los contestatarios. El amor por la naturelaza, la búsqueda de la paz, el sueño de la libertad, están cláramente presentes en el pensamiento y los actos del protagonsita: Esta no es mi guerra, dice, cuando Claudia le insta a tomar partido contra los campesinos asesinos de su padre.


Sin embargo, yo creo que el intento, las buenas intenciones del realizador, son fallidas, el argumento resulta inverosímil por momentos; él lirismo que desea transmitir no nos acaba de llegar, se hace incluso insulso y no logra trasladar esos sentimientos actuales de los que hablaba, al momento en el que desarrolla la historia, de manera que nos da la impresión de estar viendo a unos hippies metidos con calzador en la época medieval. Algo no acaba de funcionar.


Sin embargo, es de reconocer su belleza estética y la grandeza de los valores que trata de hacernos llegar.
Llena de romanticismo, quizá lo mejor sea, por un lado el carácter de reivindicación social, reflejado sobre todo en las palabras del tío de Lady Claudia, Sir Robert (John Huston), cuando expresa su comprensión por los campesinos que se han levantado contra una nobleza que en lugar de cuidarles les saquea y por otro el canto al ideal juvenil de pureza y libertad encarnado por la joven pareja que se siente ajena al mundo de odio y muerte que les rodea.





6 comentarios:

  1. Supongo que debe ser parecido a esa moda de representar ópera cambiando el momento histórico y que no funciona en modo alguno.

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    1. La idea, las buenas intenciones y el buen trabajo estético, merecían un mejor resultado.

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  2. La época a y hasta el motivo que eligieron para esta película tiene muchos alicientes, pero quizás se enredaron demasiado en cosas un poco banales, lo que desmerece un poco las escenas que si están plenamente logradas


    Saludos

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  3. Y que feuca está la jovencísima hija del dire.

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    1. Nunca fue una belleza, aunque después consiguiera más presencia.

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