Jake Gittes (Jack Nicholson) es un detective privado que trabaja en Los Ángeles y está especializado en casos de infidelidad matrimonial.
Recibe el encargo de una mujer para perseguir a su marido, un empresario que controla todo el caudal de aguas de la zona de Los Angeles. Gittes conseguirá encontrar a este hombre, llamado Hollis Mulwray (Darrell Zwerling) con una jovencita, lo que provocará que se publique en los periódicos por ser una persona pública.
Sin embargo, cuando la noticia sale en la prensa, aparece la verdadera esposa de Mulwray, Evelyn (Faye Dunaway). Jake se sorprenderá pero a la vez tendrá que investigar a través de este personaje la desaparición de su marido en circunstancias extrañas: Ahogado por agua salada en un río de agua dulce.
Irá descubriendo no sólo los secretos más oscuros de esta familia que intenta mentirse sin cesar, sino conspiraciones que se complican cada vez más, sobre todo con la relación que empiezan a entablar Evelyn y Jake.
Aunque algunos analistas consideran a esta película como un homenaje al cine negro clásico, yo creo que la peli es cine negro en si misma, sin necesidad de rendir homenajes a nadie.
Tiene todos los tópicos del género, pero con un savoir faire que nos hace gozar de ellos como si estuviéramos viendo un clásico: Diálogos afilados, femme fatale, trama imposible de predecir, final impactante...
Y un detective mezcla de innovación y mantenimiento de los estereotipos, sigue siendo un cínico individualista, pero a diferencia de otros clásicos, él tiene un cierto estatus, su oficina no es cochambrosa, tiene empleados en su nómina, viste de manera elegante...
La elección de los actores es un elemento muy importante y aquí Polanski acertó de pleno, con un Nicholson contenido y en su mejor momento; Faye Dunaway dándole perfecta réplica y hasta la aparición, breve pero intensa y turbadora de John Huston.
A pesar de que tras los primeros minutos, nos olvidamos de la estética y nos vemos sumergidos en la historia, no debemos olvidar que la peli es una auténtica proeza para acercarnos a la época: Coches, vestuario... Una maravilla.
Y no menos importante, la embriagadora música de Jerry Goldsmith y el impecable guión de Robert Towne que supuso el único Oscar de las 11 nominaciones que tenía el film.
La habilidad del narrador radica en saber manipular al espectador y Polanski posee esa rara habilidad en un film que es una joya, con una escena final de las más desoladoras que nos ha brindado el cine negro.
El director tocándole las narices al actor (literalmente en esta ocasión y no al revés como suele pasar con las estrellas).
ResponderEliminarComo bien dices el final está más cerca de la desazón que de cualquier otra cosa.
Un abrazo!
Esa muesca que le deja y que da pie a una de esas frases ingeniosas que debe pronunciar todo buen detective que se precie:
Eliminar-¿Le debe doler mucho?
-Sólo cuando respiro.
No recuerdo haberla visto, pero por lo que cuentas y tratándose del Nicholsol y Polanski debe ser buena.
ResponderEliminarSaludos.
Creo recordar que alguna vez la han puesto en la tele. De cualquier modo, si no la has visto y tienes oportunidad, pasarás un rato agradable.
EliminarMe parece una aproximación con escasa aportación novedosa a un genero que, en su época clásica no tenía que mirar para atrás, como Polanski hace en Chinatown. Un detalle: Se imaginan filmada en blanco y negro y con formato menor?
ResponderEliminarA mí me gusta así, en color, me refiero, creo que han conseguido dar con el tono adecuado.
ResponderEliminarExtraordinaria película de Polanski, con un Nicholson contenido -antes de pasar a la época histriónica-,una Dunaway perfecta y un magistral John Huston -por cierto, te recomiendo la biografía escrita por Lawrence Groebel.Impagable-.
ResponderEliminarCine negro del bueno.
Buena recomendación, Natalia. La he leído y es muy jugosa y con un buen número de anécdotas y curiosidades.
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