Cuando vuelvo a ver a esta peli, algo que no hacía prácticamente desde su estreno, hay algo que sigue sin gustarme del todo, quizá porque recuerde las míticas películas de Berlanga y el humor y la ironía en que se desenvuelve esta, me resulta en algunos momentos de poca altura.
Pero he de reconocer que quizá este magnífico tándem del cine español, Berlanga y Azcona, no podía hacer otra cosa.
La película estaba entre los proyectos de los dos guionistas desde hacía treinta años, nada menos, supongo que en todo ese tiempo sufriría los cambios lógicos propiciados por el paso del tiempo, no sé lo que hubiera resultado de haberse rodado en los 50. El caso es que hubo de esperar hasta el 85, con la democracia ya casi asentada en la sociedad española y la espera no fue sólo por las dificultades que encontraran con el régimen de Franco, que seguramente las tendrían, sino también por las posibles reacciones del otro lado. Cuenta el propio Berlanga que cuando asistía a algún certamen más allá de nuestras fronteras, solía hablar con gente del exilio e intercambiar impresiones con ellos y cuando les hablaba de su proyecto y de que quería darle un sesgo humorístico, veía que los gestos se torcían.
Vista ahora, con la distancia de los años, con todas las cosas que ocurren en el cada día de nuestro país, viendo que en algunos momentos y circunstancias, aún somos incapaces de cerrar heridas viejas, uno acaba pensando que Berlanga y Azcona eran (y no sólo por este film), de las pocas mentes preclaras que supieron ver con altitud de miras las diferencias que separan a unos y otros y exponerlas en su justa medida. Como la ironía es la constante de Bienvenido Mr. Marshall, de La escopeta Nacional, de El Verdugo, de esta La Vaquilla, muchas veces lo tomamos a chirigota, pero lo que nos está transmitiendo Berlanga es tremendamente serio y está dicho con toda la seriedad que el humor da a estas cosas trascendentes.
Una de las lecciones que mejor transmite el film es que la culpa es de los de siempre y las consecuencias son para los de siempre. El marqués preocupado por recuperar sus tierras, con el hijo en Biarritz mientras los demás se matan y un grupo de soldados de ambos bandos que, en muchas ocasiones se preguntan qué hacen ellos allí, por qué sus mismas tropas han tenido que bombardear y destruír la plantación de manzanos de sus tierras y que, a pesar de que unos pasan por meapilas y los otros por ateos, al final escuchan la misma música, se divierten con los mismos entretenimientos y tienen sentimientos similares.
Muchas de las cosas que se cuentan, algunas veces caricaturizadas, son reales, ocurrían así en los frentes: El intercambio de papel de fumar por tabaco; los insultos o las bromas de una trinchera a otra; los paisanos que se encuentra uno a cada lado y se reconocen y se preguntan por la familia, los conocidos...
Y es que la guerras civiles tienen esto, es la misma gente, hermanos contra hermanos y esa situación hace que existan muchas situaciones chuscas, que estén plagadas de anécdotas que, contadas, mueven a risa. Por eso también, son más crueles, por eso y por que la otra cara de la moneda son las venganzas por asuntos personales que han ido sembrando el odio y la incomprensión que estallan de repente.
Hay que reconocerle a Berlanga esa capacidad (una vez más) para hacernos sonreír en medio de la tragedia y para saber transmitirnos con cierta dulzura esa lección final que se resume en el plano de la vaquilla, muerta de pena (como la canción que suena en ese instante, "La hija de Juan Simón"), en tierra de nadie (así se iba a titular la película) y devorada por los buitres, magnífica imagen cinematográfica de lo que fue nuestra contienda.
Además disfrutaremos de esa manera de hacer tan de Berlanga, los magníficos planos secuencia en los que algo está ocurriendo en cada rincón de la pantalla y en los que cada personaje tiene su protagonismo y ese elenco de actores, de lo mejorcito del momento, muchos de ellos amigos de D. Luis (Alfredo Landa, Santiago Ramos, Juanjo Puigcorbé, Guillermo Montesinos, José Sacristán, Violeta Cela, Mª Luisa Ponte, Adolfo Marsillach, Antonio Gamero...), acompañados de las gentes de Sos del Rey Católico que actuaron de figurantes.
La peli fue un éxito de público y la productora recupero el doble de los 250 millones invertidos y es que, yo creo, que esta peli hacía falta y la gente la esperaba, porque estamos un poco hartos de que nos den lecciones, sabemos todos que aquello fue una barbaridad y la mayoría no queremos que se vuelva a repetir jamás, pero Berlanga sabe despojar a la tragedia de los sones mitinescos y partidistas y eso es lo que hace grande a su manera de contar.
La Fiesta Nacional era el titulo original del guión aplazado una y otra vez. Lo tengo en mi biblioteca de cine. -- Tierra de nadie.Han enmudecido los altavoces. Los cadáveres han desaparecido. Algo negro rebulle en torno a la osamenta, blanca y pelada de la vaca; es la masa negra de los buitres que, lentamente, terminan su comida. Poco a poco, se alejan, empiezan a levantar el vuelo, perdiéndose en el azul.
ResponderEliminarEn la tierra de nadie, entre las trinqueras mudas, quedan, mondos y lirondos, los huesos de la vaca.
Azcona, amigos... El más grande.
Pues yo la verdad es que la he visto un par de veces y me he reído bastante. Y el elenco de actores es cojonudo. Todo el cine español en general siempre me ha gustado. Será que soy muy patriota. Saludos Trecce.
ResponderEliminarEso de que los figurantes fueran de S.O.S. del Rey se me antoja más significativo de lo que parece.
ResponderEliminarSí, a veces, pocas, se le va un poco la mano hacia lo pelín chusco, pero su imaginación, su ironía tan cáustica, el consumado dominio del ritmo y de los planos-secuencia, sus cosmovisión entre ácida y tierna, más los crudos planos finales de la vaquilla, metáfora, claro, de la nación estoqueada por unos y otros, hacen de ella para mí una obra maestra.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Gracias, Manuel, por tus aportaciones tan valiosas y documentadas.
ResponderEliminarNo es que seas más o menos patriota, Rafa, el cine español es el nuestro y Bardem es uno de los grandes y de Azcona, ¡qué decir!, maestro de guionistas.
ResponderEliminarPerdón, que el santo se me fue al cielo, donde dije Bardem, digo Berlanga.
ResponderEliminarSos del rey católico (encima católico, U.F.)
ResponderEliminarEs un maestro, José Antonio, de una historia que sería trágica, consigue hacernos pasar la peli con una sonrisa en los labios, sin por ello renunciar a la crítica.
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