Cuando buscaba documentación para hablar, hace unos días de la película "Gallipoli", de Peter Weir, me propuse hacer una entrada sobre lo allí ocurrido y aquí va.
Durante la I Guerra Mundial, como es sabido, el frente occidental europeo se estabilizó en Francia en la famosa guerra de trincheras, por lo que Francia solicitó la apertura de un segundo frente que aliviara tal situación y permitiera a las tropas de la llamada Entente, salir de aquel atolladero.
Los ingleses planificaron una serie de acciones contra turquía: Ataque a algunas posiciones y fortines, decomiso de barcos, etc. ¿Qué prentendía? Lo que consiguieron, que a los turcos se les hincharan las pelotas y atacaran a su vez a Rusia, y lo hicieron y ya tenía Inglaterra la disculpa para declararlos amigos de los teutones y por tanto enemigo a batir.
Se decidió un desembarco masivo en las costas de la Península de Gallipoli, para lo cual, previamente, cañonearon desde el mar las posiciones turcas, lo que permitió un exitoso desembarco de tropas francesas, británicas y de la ANZAC (Australia y Nueva Zelanda).
En los primeros momentos, la fuerza expedicionaria podría haber ocupado las posiciones elevadas frente a ellos, ya que su superioridad numérica era abrumadora, y los turcos no estaban demasiado bien preparados. Pero los mandos británicos juzgaron que instalarse en las colinas supondría aumentar mucho la extensión del campamento (lo que exigiría una mayor coordinación para la que, con razón, no se sentían preparados) y dificultaría el aprovisionamiento diario de agua.
Esto permitió que un general alemán, Otto Liman von Sanders, al frente de las tropas turcas, dirigiera el montaje de un entramado de trincheras y puestos artilleros (ya sabéis la típica eficiencia germana). Además, el comandante turco era un joven Mustafá Kemal, por aquel entonces aún desconocido, con gran capacidad para inflamar el espíritu patriótico de sus paisanos.
El resultado fue que durante varios meses las fuerzas británicas, francesas y de la ANZAC, se quedaron atrapadas en una batalla terrible, en condiciones durísimas, y sufrieron una escabechina. La batalla fue una variante macabra de la espeluznante guerra de trincheras que se libraba en Francia, porque a los demoledores efectos de la artillería, las ametralladoras y los obsoletos conceptos de los mandos (cargas suicidas, a pecho descubierto), se unieron las inclemencias del clima turco (sustituyendo el barro y el frío por un calor asfixiante y polvoriento), la particular disposición de los contendientes (las cargas contra las trincheras enemigas debían realizarse, esta vez, subiendo una pendiente bastante pronunciada), la imposibilidad de realizar un repliegue (la fuerza desembarcada estaba, literalmente, copada en la playa), y la escasez de agua (el suministro de agua se realizaba a través de las playas, en descubierta; los turcos, naturalmente, se encargaban de amenizar dichas excursiones).
Durante los meses que precedieron al definitvo repliegue, los británicos tuvieron casi un cuarto de millón de bajas (más de cincuenta mil muertos) entre los que hubo muchos australianos y neozelandeses. Los franceses tuvieron casi 50.000 bajas, con cinco mil muertos. Para los turcos, la campaña tuvo también un enorme coste: 250.000 bajas, con más de 60.000 muertos. Y encima el desprestigio consiguiente, porque perder contra los turcos era como hacerlo ante un enemigo armado con tirachinas.
Hubo algún efecto más, por ejemplo, sabéis quién estaba al frente del Almirantazgo cuando se tomó la decisión de atacar a Turquía, pues Sir Winston Leonard Spencer-Churchill, al que se hizo responsable del desastre. Claro que él, al contrario de lo que hubiera ocurrido en nuestra querida Ex-paña, dimitió de su puesto de Primer Lord del Almirantazgo, solicitó su reingreso en el ejército y se pasó el resto de la guerra al mando de una unidad en Francia, dando tiros en primera persona.
En la tradición británica, Gallípoli figura como una gran derrota. Para los turcos, fue una gran victoria. Para los Australianos y Neozelandeses fue, sencillamente, una catástrofe. Un desastre (la ANZAC tuvo cerca del 80% de bajas, entre muertos y heridos). Por eso Gallípoli sigue siendo, aún hoy en día, un lugar de peregrinación para muchos australianos cuando visitan Europa.
Lo conocía en lineas generales, pero no con esta diamantina claridad con que la expones. Sabía lo primero de Churchill, pero no lo segundo, lo de Francia. Gracias entonces.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Tampoco yo conocía el detalle, por eso me decidí a escribir esto y he tenido que resumirlo mucho, porque la sarta de despropósitos fue increíble.
ResponderEliminarLo malo, como de costumbre, es que las ineptitudes del mando, se cobraron miles de vidas de pobres soldaditos.
Gallipoli fue una auténtica masacre.
ResponderEliminarRespecto a la película de Weir, es demoledora la escena con el adagio de Albinoni de fondo mostrando la devastación, la locura de la guerra.
Es, quizá, lo mejor de la película.
ResponderEliminarLo que pasó en Gallipoli fue una verdadera masacre, como en tantos otros puntos de esa Guerra Mundial. Y pienso en esas dos importantes poblaciones japonesas donde se lanzaron las primeras bombas atómicas, el bombardeo con bombas de fosforo sobre poblaciones alemanas.
ResponderEliminarHubo verdaderos crímenes de parte y parte.
un abrazo
Las guerras esconden mucha vergüenza para la humanidad.
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