Sin pretenderlo en absoluto, Annelies Marie Frank Höllander (Ana Frank), con su muerte, a los dieciséis años, víctima del tifus, en el campo de concentración de Bergen-Belsen, se convirtió en uno de los más impresionantes símbolos del sinsentido, el horror y la barbarie que supone cualquier guerra, en las que siempre, pero siempre, siempre, los que más sufren son los que nada tienen que ver con aquello. Precisamente quienes lo único que desean es vivir en paz y tratar de ser felices en su paso por esta vida.
Por desgracia para ellos, por desgracia para todos, siempre hay gente cuya sádica y egoísta mente, disfruta con el mal ajeno y sólo piensa en hallar la mejor y más retorcida manera de amargarnos la existencia a los demás.
Ana Frank, aquella niña judía, nacida en alemania y que se vio obligada, junto con toda su familia, a emigrar a Holanda huyendo de la barbarie nazi, supo muy bien cuál es el grado de sufrimiento que esos psicópatas pueden llegar a infligir a sus semejantes. Su diario, todo un best seller a partir de su primera edición es, además de una joya literaria, una llamada a la reflexión de quienes decimos pertenecer a la raza humana. Ella es la voz del millón y medio de niños que murieron durante el holocausto nazi y, por extensión, de todos los niños, inocentes entre los inocentes, que pagan con su sufrimiento y su muerte unos odios que les son ajenos a ellos más que a nadie.
Por desgracia para ellos, por desgracia para todos, siempre hay gente cuya sádica y egoísta mente, disfruta con el mal ajeno y sólo piensa en hallar la mejor y más retorcida manera de amargarnos la existencia a los demás.
Ana Frank, aquella niña judía, nacida en alemania y que se vio obligada, junto con toda su familia, a emigrar a Holanda huyendo de la barbarie nazi, supo muy bien cuál es el grado de sufrimiento que esos psicópatas pueden llegar a infligir a sus semejantes. Su diario, todo un best seller a partir de su primera edición es, además de una joya literaria, una llamada a la reflexión de quienes decimos pertenecer a la raza humana. Ella es la voz del millón y medio de niños que murieron durante el holocausto nazi y, por extensión, de todos los niños, inocentes entre los inocentes, que pagan con su sufrimiento y su muerte unos odios que les son ajenos a ellos más que a nadie.
El director, George Stevens, hace un gran trabajo, con una película de casi tres horas que es, por momentos monótona, pero nunca aburrida, con una magnífica banda sonora de Alfred Newman que sólo se vió privado del oscar por el gran trabajo de Miklos Rozsa en Ben-Hur.
Ocho nominaciones, nada menos, de las que salieron las tres estatuíllas que sonsiguió: Mejor actriz de reparto (Shelley Winters), Mejor fotografía en blanco y negro (William C. Mellor) y Mejores decorados y dirección artística (Lyle R. Wheeler, George W. Davis, Walter M. Scott y Stuart A. Reiss).
Instantes de tensión y suspense, cuando se producen los robos en las oficinas del edificio donde están escondidos y las posteriores averiguaciones de los soldados alemanes o cuando alguno de los refugiados hace ruidos a destiempo, con el peligro de ser descubiertos por alguien del exterior.
Desde luego la atmósfera está muy bien conseguida.
La peli nos traslada un gran trabajo de todos los actores, todos sin excepción, pero con mención especial para la debutante Millie Perkins que nos acerca de forma entrañable al personaje de Ana; su padre, Otto, interpretado por Joseph Schildkraut, el hombre sereno y paciente que pondrá el punto de cordura en medio de las desavenencias; el matrimonio Van Daan, ella la oscarizada Shelley Winters y él, impagable como siempre, Lou Jacobi; y el personaje del dentista Dussell, a quien da vida Ed Wynn, un personaje muy peculiar y del que vendrán algunos de los escasos momentos cómicos del film.
Por eso, precísamente por eso, su relato resulta de especial crudeza y remueve nuestras conciencias. Nos pudo haber ocurrido a cualquiera sin que jamás comprendiéramos por qué.
Yo estoy aún tengo a medias la novela, que la voy leyendo cuando voy a dormir a casa de mi abuela, así que cuando acabe la lectura, leeré la novela, como suelo hacer siempre.
ResponderEliminarLa peli es una adaptación bastante fiel de la novela que estás leyendo.
ResponderEliminarLa vida, a veces, se convierte en una trahedia por laambición, la osadía y la sin razón de otros, como en aquellos tiempos fueron los campos de concentración nazis. Pero hubo personas valientes, que lo afrontarón con valor, a pesar de lo duro que resultaba. Esa novela wes un ejemplo de ello. La película no la conozco, aunque, por lo que cuentas, merecerá la pena verla.
ResponderEliminarSalñudos cordiales
La película no desmerece en absoluto de la historia que narra.
ResponderEliminarClaustrofóbica, muy buena, una especie de "La Diligencia", pero sin itinerario y sin Monument Valley (debo estar obsesionado con Ford)
ResponderEliminarPues no es mala obsesión la tuya.
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