El joven Lee (Bruce Lee), un luchador de artes marciales, es reclutado por los servicios de inteligencia británicos para infiltrarse en una operación de drogas, durante un torneo de combates promovido por un poderoso traficante.
Seguramente Bruce Lee es uno de los principales (si no el principal) responsables de que el cine cambiara su percepción sobre las artes marciales y entendiera su lenguaje y sus formas. Su muerte en extrañas circunstancias, cuando aún era muy joven, y su carisma, hicieron que su figura se convirtiera en un mito. Ello condujo, además, a que sus películas anteriores a esta, fueran distribuidas internacionalmente y alcanzaran gran popularidad.
En cada una de ellas, como ocurre en esta, el argumento gira alrededor de la idea de que el bien siempre triunfa sobre el mal y el protagonista exhibe su disciplina a la hora del combate, sin recurrir a la brutalidad, hasta que alguna circunstancia dramática abre paso a la violencia. Un tema que, por otra parte, hemos visto en infinidad de westerns o películas de cine negro, como así el duelo final entre el bueno y el malo en el que la película alcanza su clímax.
El film fue dirigido por Robert Clouse y cuenta con una llamativa bando sonora de Lalo Schifrin.



















































