Jacques Lantier (Jean Gabin) es un maquinista de trenes propenso a sufrir convulsiones violentas, una condición que atribuye al hábito de beber en exceso de sus antepasados; no puede reprimir su misoginia y su trato con las mujeres es muy violento, él dice que en esos momentos es como si una nube se pusiera delante de sus ojos. Roubaud (Fernand Ledoux) es el subjefe de la estación de Le Havre y está casado con Séverine (Simone Simon), mucho más joven. Cuando Roubaud se entera de que su esposa, en el pasado, tuvo relaciones con su padrino, el rico señor Grandmorin (Jacques Berlioz), lo mata durante un viaje en tren en un ataque de celos. Se asegura de que Séverine esté presente, convirtiéndola en cómplice del asesinato. Lantier, a pesar de haberlos visto en el pasillo del tren, oculta el hecho durante la investigación porque se siente atraído por Séverine. Ambos comienzan una aventura, mientras Roubaud se vuelve cada vez más retraído y comienza a jugar. Séverine insta a Lantier a matar a su marido para que sean libres, pero desconoce la desafortunada condición de Lantier.
Quizá la película, aunque mantiene en algunos pasajes algo de poética, pierde parte del lirismo que envuelve la novela de Zola.
Drama con toques de cine psicológico y cine negro, la constante presencia de los trenes hace que cobre valor también como testimonio de unos tiempos que aún añoran quienes disfrutaban de aquellos viajes en trenes movidos por locomotoras de vapor, sus vagones con compartimentos, en los que se podía salir al pasillo a fumar y donde era posible bajar y subir las ventanillas, aún a riesgo de que te entrara una carbonilla en el ojo.
Por cierto y hablando de trenes, Jean Renoir nos ofrece algunos planos fantásticos desde la locomotora, poniéndose en el punto de vista del maquinista o siguiendo al tren a su paso por campos, viaductos y estaciones.
Dos décadas después, Fritz Lang volvería a adaptar la misma novela en "Deseos humanos" (1954).
ResponderEliminarEn efecto.
EliminarSi mal no recuerdo la vi en su tiempo, la novela no la he leído.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo tampoco he leído la novela de Zola.
EliminarMuy buenas las dos adaptaciones de la novela de Zola, aunque quizás me quedo con la de Renoir, por Jean Gabin es un actor que me encanta, mientras que Glenn Ford no es santo de mi devoción.
ResponderEliminarGabin es una de esas personas que parecen nacidas para la interpretación.
EliminarPersonajes abocados a la tragedia porque la llevan dentro, sobre todo, el personaje encarnado por Jean Gabin, un tipo con la sangre envenenada. Una película dura, sombría en la que Renoir llevó el naturalismo al límite en un estilo narrativo sin la menor concesión al romanticismo, tal vez porque los que habitan esta historia carecen de la capacidad de "amar".
ResponderEliminarPosiblemente.
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