Un prestigioso pintor viudo lleva una vida solitaria en la campiña francesa. La llegada del domingo se ha convertido para él en el mayor de los placeres. Ese día recibe la visita de su su hijo Gonzague (Michel Aumont), que viene con su esposa y sus tres hijos, lleno de alegría, disfruta del placer de conversar con ellos sobre la relación entre vida y arte. En esta ocasión, también recibe la inesperada visita de su hija Irene (Sabine Azéma), que vive sola, siempre tiene prisa y no le visita tan a menudo.
La película adapta la novela "Monsieur Ladmiral va bientôt mourir" de Pierre Bost, publicada en 1945 y ambientada en los primeros años del siglo XX, poco antes del estallido de la I Guerra Mundial.
Quizá los cinéfilos más versados conozcan esta historia: En un artículo de 1954 titulado "Une Certaine Tendance du Cinéma Français" ("Cierta tendencia del cine francés"), François Truffaut atacó el mal estado del cine francés, incluyendo a productores y guionistas. En particular criticaba a guionistas y productores como Bost y Aurenche, por su estilo abigarrado y realista, propio de adaptaciones literarias anodinas, consideradas por Truffaut como anticuadas.
Pues bien, Bertrand Tavernier, que escribió para la revista "Cahiers du cinema", en cuyas páginas apareció el artículo citado de Truffaut, eligió para escribir el guion de su primera película ("El relojero de Saint Paul") a los mencionados Jean Aurenche y Pierre Bost y este film del que hoy hablamos, se basa en una novela de Pierre Bost, con guion del propio Tavernier en colaboración con su esposa Claudine (Colo) O'Hagen.
¿Por qué Tavernier parece, con estas decisiones, llevar la contraria a algunos de los postulados de la llamada Nouvelle vague? ¿Algún tipo de ajuste cuentas con Truffaut? ¿Es un cambio de pensamiento? ¿Un desafío a sus antiguos compañeros? ¿O se trata sencillamente de que él, a pesar de escribir en la misma revista durante un tiempo, no estaba de acuerdo con los postulados de Truffaut respecto a Aurenche y Bost? Cada cual puede elucubrar y sacar sus propias conclusiones, el caso es que "Un domingo en el campo", es todo un homenaje explícito a Pierre Bost hecho desde la admiración y el cariño.
En cuanto al film en sí, es como una película sin acción, cuyo tema se basa en última instancia en la tensión psicológica entre el padre y sus hijos, a veces entre hermano y hermana. Como en casi todas las reuniones de familia, se come, se charla y se «callan cosas». Todo es como siempre, hasta que la hija adorada aparece por sorpresa. Mientras que Gonzague lleva una vida aburrida de clase media, Irène, una mujer liberada, juguetona aunque discreta, regenta un negocio en París que parece ser una especie de bazar con artículos entre antiguos y "chic", que le resulta muy lucrativo y tiene una vida amorosa que mantiene discretamente oculta a ojos de su familia. La película, en muchos tramos, resulta contemplativa, rebosante de humor sutil y jugosa ligereza, este domingo en familia se convierte en una cascada de emociones, un retrato de la vida de una familia de clase media alta en aquellos años iniciales del pasado siglo. En realidad, como lo seguirá siendo siempre.
El personaje de Irène aporta un toque de fantasía a la historia. El señor Ladmiral la prefiere claramente a su hijo, del que piensa que se ha vuelto acomodaticio y de que, en parte por culpa de su esposa, ha renunciado a una carrera con mayor proyección y más atractiva, desechando riesgos, como el de desempeñar un puesto de responsabilidad en las colonias (“Marie-Thérèse quizás tenía todas las virtudes, pero bien escondidas”, dice de su nuera). Quizá refleja en su hijo la decepción por su propia vida, pues reconoce que jamás se arriesgó en su pintura que sigue los modelos académicos que aprendió de sus maestros.
Gonzague admira y ama a su padre y siempre le da la razón, incluso cuando su padre busca algún tipo de controversia, nunca la halla con su hijo, al contrario que Irène, a la que no le gusta el cuadro que está pintando su padre y le anima a que se arriesgue con algo diferente.
No deja de resultar curioso que, en una adaptación que se ciñe bastante a la novela que la inspira, quizá las mejores escenas corresponden a un pasaje que no está en el libro: El paseo en auto y las posterior conversación entre padre e hija en un cafetín al aire libre, con un baile final entre ambos. Las secuencias de esta escapada íntima destilan ternura y complicidad entre un padre y una hija más cercanos en espíritu de lo que la realidad deja entrever.
De forma paciente, recreándose en los detalles, en la naturaleza desbordante, en los pequeños objetos, en las conversaciones familiares y en las delicadas y estudiadas composiciones de plano, Tavernier consigue de forma hábil, dar profundidad a sus personajes, procediendo de forma parecida a la de un pintor, sugiriendo de manera precisa y sutil, con pequeños toques impresionistas, la impaciencia o la ironía del padre, la impactante buena voluntad de Gonzague o el aparente descuido de Irène.
Hola.
ResponderEliminarConocía la peli pero no la he visto, y al leerte me ha apetecido mucho.
Gracias por la reseña y feliz día.
Es de esas historias sencillas que encierran algo de lirismo en su narración.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarNo recuerdo ese interesante y curioso episodio de Truffaut pero en todo caso me uno a las filas de Tavernier, me parece genial esa jugada contratando a Aurenche y Bost. Es llamativo que siendo Tavernier mas joven que Truffaut (apenas 10 años) sea este ultimo el que reivindica digamos aire fresco. A mi personalmente ese estilo "abigarrado y realista" es el que me suele atrapar.
Una película que no conocía y de la que tomo buena nota.
Saludos!
Lo que queda claro es que Tavernier tenía sus ideas bastante claras y no le importaba llevar la contraria a sus compañeros de publicación.
EliminarDe cualquier modo, en algún lugar creo recordar haber leído que, a pesar de todo, Truffaut disfrutaba con las películas de Tavernier, aunque no estoy seguro de si es un comentario de algún sitio fiable, ya sabes lo que ocurre a veces en este mundo cibernético.
Como ocurre con otros títulos de Tavernier, la recuerdo más bien poco porque la vi hace demasiados años, pero sé que me gustó muchísimo y que me pareció renoiriana más allá del título.
ResponderEliminarEs una película sencilla y de una belleza desbordante.
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