EL REY PESCADOR

 

Jack Lucas (Jeff Bridges) fue una vez el presentador de un programa de radio famoso, arrogante y egoísta de la ciudad de Nueva York. Tras un comentario que le hace a uno de sus oyentes habituales, se produce un tiroteo con varios muertos y Jack se siente abatido por el remordimiento y el dolor, ya que se siente culpable. Tres años después, el único apoyo emocional y financiero que recibe es el de Anne (Mercedes Ruehl), su actual novia, propietaria de una tienda de vídeos. Cuando Jack toca fondo e intenta suicidarse, es atacado por unos jóvenes que le toman por un indigente y pretenden quemarlo vivo, siendo salvado por un hombre aparentemente loco y sin hogar que se hace llamar Parry (Robin Williams). Parry, antiguo profesor universitario, tiene problemas de salud mental a raíz de haber perdido a su esposa en una masacre, concretamente sufre alucinaciones y está obsesionado con obtener el Santo Grial. Cuando Jack descubre los antecedentes de Parry y la razón por la que llegó a donde está, siente que necesita tomar parte en su salvación. Se imagina que la manera de hacerlo es conectar a Parry con Lydia Sinclair (Amanda Plummer), una mujer tímida y descoordinada a quien Parry ama platónicamente. Al hacerlo, Jack puede que logre redimirse de su pasado.

Terry Gillian nos presenta en esta fábula un drama teñido de comedia, tratando de salvar los estándares de este tipo de films en su planteamiento y con un claro mensaje de esperanza que nos lleva al feliz final de la película.

Quizá esa originalidad y el particular sentido del humor que destila sea lo que resulta difícil de entender para algunos que tildan el film de barroco y de excesiva duración. En el fondo no deja de ser una historia de amistad y de búsqueda de redención de una culpa a la que Jack ha llegado por culpa de su soberbia, hasta que es consciente de lo que debe a los demás, dispuestos a sacrificarlo todo para ayudarle en su vida marcada por el egoísmo, que le lleva a reconocer que cuanto más tiene, más vacío se siente.