Daniel Ciello (Treat Williams), un policía neoyorquino de origen italiano, a fin de librarse de ciertas implicaciones en prácticas heterodoxas, acepta colaborar con asuntos internos para sacar a la luz diversos casos de corrupción; pero lo hace con una condición: no delatar a sus compañeros. Sin embargo, las cosas no van a ser tan fáciles.
El guion adapta la novela Prince of the City: The True Story of a Cop Who Knew Too Much, del escritor y periodista norteamericano Robert Daley, cuyo protagonista está inspirado en el detective de narcóticos de la policía de Nueva York, Robert Leuci. El testimonio de Leuci ayudó a acusar a 52 detectives corruptos.
Pocas veces se ha visto en la pantalla un retrato tan contundente y realista sobre la corrupción policial como el que nos acerca Sidney Lumet en esta película. Con acertadas interpretaciones nos narra el complejo mundo en el que viven estos hombres amparados por una placa que les permite zafarse de ciertas obligaciones justificándose en que las normas están hechas por personas que no conocen las calles y que les piden que hagan lo que ellos no se atreven.
No acabamos de conocer bien lo que hay detrás de cada personaje hasta que la historia avanza, pues nada es lo que parece en ellos y los motivos que parecen claros y meridianos, dejan de estarlo cuando vamos conociendo más sobre su vida y sus motivaciones.
Salen a la palestra los dilemas morales, las lealtades hacia los compañeros cuando estas se contraponen con el recto proceder, algo que ocurre en algunas otras profesiones, pero que aquí llama más la atención cuando están protagonizadas por personas que, al menos en teoría, deben dar ejemplo y están destinadas a velar por el cumplimiento de la Ley.
También los conflictos que se plantean cuando se sienten manejados, incluso menospreciados cuando no abandonados a su suerte, por parte de superiores, políticos y burócratas, en ocasiones con comportamientos que tampoco son precisamente ejemplares.
Lumet declaró en alguna ocasión que pretendía que fuera el público quien juzgara el comportamiento de este policía que, en apariencia, desea redimirse de sus errores y abusos y así nos deja en la tesitura de tratar de comprender a unos y a otros e inclinar la balanza según nuestras propias convicciones.
Supongo que no deja de ser el típico chivato que echa mierda sobre todo el mundo para él poder quedar impune, o al menos no muy perjudicado.
ResponderEliminarLa cosa no es tan sencilla, al menos según se plantea en el film.
EliminarNo conocia el filme.
ResponderEliminarSiempre agradezco algo nuevo!!!
Yo pienso que resulta interesante.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarGracias por la recomendación, esta no la conocía, anotada en preferente.
Saludos!
Creo que es muy interesante.
EliminarSiempre tan intenso Lumet.
ResponderEliminarPues sí.
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