Rosaria Parondi (Katina Paxinou) y sus cuatro hijos, Simone (Renato Salvatori), Rocco (Alain Delon), Ciro (Max Cartier) y Luca (Rocco Vidolazzi), abandonan su tierra natal, Lucania (la actual Basilicata), para emigrar a Milán en busca de trabajo y oportunidades que les permitan mejorar sus condiciones de vida. Allí se encuentran con Vincenzo (Spyros Fokas), el hermano mayor, que trabaja de albañil pero que está relacionado con el mundo del boxeo.
Impresionante fresco el que traza Luchino Visconti a través de la radiografía de una familia modesta, sus pasiones, odios y lealtades, con una serie de escenas maravillosas que se van sucediendo a lo largo de las casi tres horas de duración del film, que para nada se hace largo.
La fuerza dramática de la pelea de los hermanos, igual que la de muerte de Nadia (Annie Girardot), que aún hoy retrata muchos de los crímenes machistas que se siguen dando en nuestra sociedad, o la poesía que destilan las bellísimas secuencias sobre il Duomo de Milán, con unos cuantos picados en los que la calle adyacente y quienes la transitan, sirven de escenario de fondo, de una contundencia que se hace cruel, cuando Rocco entrega a Nadia al sacrificio por el bien de la familia.
Estructurada en capítulos que llevan los nombres de los hermanos y que, en ningún momento interrumpen la línea argumental, es también un retrato de una parte de la sociedad italiana de la época, con la gran migración desde la zonas rurales a la ciudad y los problemas que esto acarrea, desde los que se integran, hasta los que se ven engullidos por la nueva sociedad urbana y acabarán devorados por ella.
La tragedia se centra en el antagonismo de personalidades de Rocco y Simone con Nadia como víctima propiciatoria y el resto como actores que acompañan al drama con mayor o menor protagonismo en él. La ciudad, sus actividades, los barrios marginales, el mundo del boxeo, la industria y los servicios que emplean a la mano de obra que llega a la urbe, son los escenarios en se desarrolla la historia y que son retratados con realismo por el director que cuenta con las inspiradas interpretaciones de unos actores que aún eran promesas dentro del panorama europeo y, algunos de ellos, devendrían en grandes figuras.
Y por si todo esto fuera poco, la música de Nino Rota y la fascinación de Francis Ford Coppola por este film que hizo que contratara al maestro italiano para que compusiera la música de su obra maestra, El padrino (1972), con el resultado que todos conocemos.
Recuerdo que la vi por primera vez en Italia, en un seminario de cine.
ResponderEliminarPues en versión original, la película gana bastante.
EliminarDrama intenso y contundente, de los que marcan un antes y un después en la vida de cualquier espectador. Yo lo vi en el cine Méliès de Barcelona, una de las muchas salas que la pandemia se ha llevado por delante...
ResponderEliminarUna maravillosa película.
EliminarUn clásico imperecedero.
ResponderEliminarSaludos.
Magnífica película.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarEstupenda tu reseña, es como has comentado un autentico fresco. Me fascina y sobrecoge a partes iguales. Un realismo para nada impostado que se te mete en los huesos. Hace unos años de vacaciones en Milan subimos a la catedral (¡impresionante!) y busque esa ubicación (tengo debilidad por las localizaciones), pero bueno, me falta mucho para ser Alain Delon...
Lo dicho, un placer tu entrada.
Saludos!
Esas imágenes sobre il Duomo, son espectaculares.
Eliminar