Finales de los años treinta. Los mejores jugadores de póker compiten por el triunfo en Nueva Orleáns. Un joven jugador, Eric Stoner, apodado Cincinnati Kid (Steve McQueen) se incorpora al selecto grupo de tahúres que se proponen derrotar al rey, Lancey Howard (Edward G. Robinson). El acaudalado William Jefferson Slade ( Rip Torn) intenta chantajear a Shooter (Karl Malden), el crupier, para que manipule el juego a favor de Kid únicamente para vengarse de Lancey.
El guión se basa en la novela de Richard Jessup, con el mismo título que el original del film, adaptada por Ring Lardner Jr. y Terry Southern. Lardner conseguía con este trabajo su primer encargo de una cierta envergadura, tras haber permanecido durante años en la lista negra y haber sido uno de los 10 de Hollywood que se enfrentaron a la caza de brujas.
El realizador del film, Norman Jewison, sustituyó en la dirección a Sam Peckinpah (supuestamente porque Peckinpah intentó colar una escena de desnudo con Sharon Tate —que al final tampoco fue contratada al cambiar de director— en un corte que solo fue propuesto para la edición europea).
Todas las interpretaciones son buenas, aunque es cierto que el papel de algunos, sobre todo el de la mujeres, es de mero acompañamiento. McQueen y Malden, en línea con lo que se espera de dos grandes actores y una magnífica interpretación de Edward G. Robinson que en su autobiografía confiesa: "Difícilmente podría decir que me identificaba con Lancey; yo era Lancey", para añadir que la partida final la jugó de verdad, como si en ella le fuera la vida.
La primera parte del film, prácticamente se dedica a perfilar y presentarnos a los protagonistas de la historia, quizá es lo más flojo de la película, aunque incluye la llamativa escena inicial del baile de carnaval por las calles de Nueva Orleans.
Donde la película cobra altura de verdad es en la última media hora durante la que Jewison consigue crear suspense con cada mano de cartas, captando la atmósfera de las partidas de póquer y el estado de ánimo de los jugadores tan bien como lo hizo El buscavidas con el billar, solo que con su propia toque de distinción.
Una película bien construída, con momentos intensos, de suspense, un buen ritmo en la narración y una logradísima escena final.
Sabía que habían despedido a Peckinpah pero no los motivos. Pues lo de colar un desnudo de la malograda Sharon Tate no parece tan mala idea.
ResponderEliminarSaludos.
Habría que conocer los detalles, de sobra sabes que, a veces, estás anécdotas cuentan una parte de la verdad y, lo mismo solo fue una disculpa para despedir al bueno de Peckinpah. Siempre nos quedará la duda de qué hubiera hecho con la primera parte del film, porque la segunda, creo que resulta insuperable.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarMe fascina esta película, por un lado su reparto que es todo un lujo y con actores que son auténticos mitos, lo de McQueen ya lo sobrepasa todo, por el otro el tema cartas, es algo que me gusta y ya si es el motor de la trama ni te digo. Curioso lo de Sharon Tate (era una de esas mujeres de las que te enamoras al momento...), no lo sabia.
Saludos!
Las partidas, sobre todo la última, son antológicas.
EliminarNunca he sido capaz de aprender a jugar a póker... Aunque viendo películas como ésta a uno le vienen ganas de intentarlo de nuevo.
ResponderEliminarA mí me pasa igual, nunca he aprendido a jugar al póker y, aunque sin mucha insistencia, es verdad que lo he intentado.
EliminarMuy buena película. A mí me recuerda también a El buscavidas.
ResponderEliminarMuy parecidas en temática y en calidad.
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