Hoy quiero rescatar la memoria de una mujer que lo fue todo en un ámbito reservado a los hombres. Injusta y doblemente ignorada, primero en su época, porque descollaba en un ámbito dominado por la presencia masculina y después, porque su afición, de la que hizo profesión, está ahora mal vista en muchos ámbitos y es difícil, sino imposible que la encuentren ustedes en una de esas publicaciones que ahora abundan (afortunadamente) en las que se habla de mujeres pioneras, muchas veces olvidadas o menospreciadas en su época y que marcaron un hito en distintos campos del devenir de la humanidad. Estoy hablando de Conchita Cintrón, la Diosa rubia del toreo. Como dijo de ella Vicente Zabala, Virreina del Redondel, Amazona de los Incas, el amor de la andanada de Gerardo Diego. Conchita, que se sentía torero antes que rejoneadora, señora de los toros, convivió con las máximas figuras y matadores de distintas épocas, desde Juan Belmonte a Antonio Bienvenida, desde Pepe Luis a Álvaro Domecq, en unos años en los que a las mujeres no se les permitía echar pie a tierra en España. Pero ella encontraba siempre el resquicio de la ley en festivales, porque cuando verdaderamente se sentía torera era con muleta y capote en las manos. Nació en Chile, vivió en Perú, se apasionó y creció como artista en México, sintió España y murió en Portugal.
Hija de un puertorriqueño de nacionalidad norteamericana, Francisco Cintrón, fue el segundo puertorriqueño en graduarse en West Point. Destinado a Panamá, allí conoció a Loyola Verril, con quien se casó. Conchita nació en Antofagasta, Chile, el 9 de agosto de 1922, aunque a los tres años, se trasladó, con su familia a Lima, pues a la capital peruana fue enviado su padre, ya apartado de la vida militar, por la empresa norteamericana para la que trabajaba. Allí conoció Conchita, en la Escuela de Equitación, al que sería su maestro, el rejoneador portugués Ruy da Cámara. En Lima también recibió sus primeras clases de toreo a pie impartidas por el torero vasco Diego Mazquiarán "Fortuna", exiliado tras la Guerra Civil española.
Desde su debut en la plaza del Acho, con solo 14 años, una larga carrera de éxitos la llevaría a las mejores plazas de América: México, Quito, Bogotá, Medellín, Caracas y, por fin, Lisboa, antesala de lo que siempre había sido su ilusión: torear a pie en España, una quimera, pues aquí, el reglamento impedía a las mujeres torear a pie. Debutó a caballo en la Feria de Sevilla de 1945. El éxito, como siempre, le acompañó. El 13 de mayo de 1945 rejoneó y triunfó con un novillo de Garcigrande en Las Ventas. En total alcanzó las 38 tardes. Pero el permiso para hacerlo a pie no llegó. Tan sólo lo logró en festivales y en el campo.
El más conocido cronista taurino de la época, Gregorio Corrochano, que seguramente la vería torear a pie, afirmó que haciéndolo, era incluso mejor que a caballo. Conchita creía que el toreo era cosa de dos y ella, la mejor amazona del toreo, creía que el caballo era un intermediario que se interponía entre los dos protagonistas del verdadero arte del torear. En España, al parecer, consiguió torear alguna vez a pie, casi a escondidas y porque alguien hacía la vista gorda arriesgándose a las represalias pertinentes, fue en un festival benéfico en Vista Alegre y en sendas corridas en Ceuta y Melilla, según dicen, tras obtener permiso del General Varela.
Se retiró en 1950, y contrajo matrimonio el 5 de noviembre de 1951 en Lisboa con Francisco do Castelo Branco, un aristócrata portugués, con quien tuvo cinco hijos.
Al finalizar su carrera, Cintrón había participado en más de 400 corridas en las principales plazas de España, Portugal, Perú, México, Ecuador, Colombia, Venezuela, Francia y norte de África.
Afincada en Portugal, Cintrón se convirtió en agregada civil en la Embajada de Perú en Lisboa y compatibilizó esta actividad con el periodismo y con su afición en la pintura, arte en el que alcanzó cierta relevancia, llegando a exponer sus cuadros en Madrid en 2006. En los años setenta fue corresponsal de varios periódicos.
Falleció en Lisboa el 17 de febrero de 2009.
Dios míoooooo...Esta mujer da material para hacer tres novelas
ResponderEliminarMagnífica amazona, gran torera y una mujer elegante, bella, culta e inteligente.
EliminarSin duda todo un personaje.
Hola Trecce!
ResponderEliminarNo sabia absolutamente nada sobre ella, me he quedado impresionado leyendo tu entrada. Desde luego que su vida daría para una película o para esas novelas que menciona Alí...
Interesante lo que nos has contado, saludos!
Fue toda una figura en su época y hoy nadie se acuerda de ella.
Eliminar¿Haciendo sufrir a caballos y toros, y además aristócrata? Hoy los que definen lo políticamente correcto la hubieran llevado al paredón.
ResponderEliminarAsí la han apartado de la memoria colectiva.
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