Lou Bloom (Jake Gyllenhaal) es un ladronzuelo que realiza pequeños hurtos para ir sobreviviendo. Précisamente al regresar de una de esas aventuras nocturnas en la que ha llevado a una chatarrería el material robado (un rollo de valla metálica, hilo de cobre y un par de tapas de alcantarilla), se topa con la escena de un espeluznante accidente automovilístico y los testigos expertos en el llamado "Nightcrawler" (podríamos traducirlo como el merodeo nocturno), entre ellos, Joe Loder (Bill Paxton), que está rodando imágenes de vídeo para un noticiero local. Convencido de que este es un trabajo en el que podría sobresalir, Lou roba una bicicleta en la playa y la cambia en una tienda, por un escáner para rastrear las frecuencias de la policía y una cámara de vídeo barata, y sale a la calle.
En poco tiempo, Lou contrata a un asistente llamado Rick (Riz Ahmed) para que le ayude a recorrer las calles de la ciudad y comienza a vender imágenes a la productora de televisión local Nina Romina (Rene Russo), una de los compradores habituales de Joe.
Lou se revela como un aprendiz rápido, con especial ojo para captar los detalles y sin escrúpulos a la hora de manipular el escenario del suceso para obtener una imagen que cuente una historia. Sin embargo, cuando Lou se adelanta a la policía al llegar al lugar en que ha ocurrido un allanamiento con resultado mortal en un vecindario próspero, sus impactantes imágenes captan la atención de dos detectives de homicidios que sospechan que está ocultando alguna evidencia que podría ser crucial para su investigación. Pero ese mismo vídeo puede ser justo lo que Lou necesita para alcanzar el que podría ser su gran momento.
Basada parcialmente en la carrera de Arthur "Weegee" Fellig, el primer reportero gráfico conocido por llegar rápidamente a las escenas del crimen sintonizando las transmisiones de radio de la policía.
Weegee, cuyo apodo procede de una interpretación fonética de la palabra ouija, era un ucraniano emigrado, junto con su familia, a Nueva York cuando apenas tenía diez años. Se hizo famoso por llegar a la escena de los sucesos (crímenes, incendios u otra emergencia de cualquier tipo), solo minutos después de que las autoridades hubieran recibido notificación del mismo, en ocasiones incluso antes de que llegara la policía.
En 1938, Fellig era el único reportero gráfico de Nueva York que poseía un permiso para llevar consigo una radio portátil de onda corta con la frecuencia de la policía. Tenía instalado un cuarto oscuro en el maletero de su coche para acelerar el proceso de entrega de sus fotografías a los periódicos.
La mayoría de sus fotografías más famosas fueron tomadas con un equipo fotográfico muy básico y con las técnicas de la época. Weegee no recibió formación fotográfica alguna sino que fue siempre un fotógrafo autodidacta.
Muchas reseñas sobre la película hablan de su crítica hacia los métodos de algunos medios de comunicación y su afán por aumentar su share televisivo, ofreciendo carnaza y sangre. Yo creo que la crítica del film va encaminada más bien hacia una especie de círculo vicioso en el que nadie es inocente: Los medios ofrecen vísceras y escándalos, los espectadores que ven esos programas aumentan cuanta más carroña se les ofrece y hay personas encargadas de hacerse con las imágenes y darles vueltas y más vueltas y cada uno de esos tres ingredientes se retroalimenta sin cesar. Como digo, nadie estamos libres, cargamos las tintas contra paparazzis y reporteros, contra los productores, pero nosotros somos el público que, no solo les sigue el juego, sino que demanda más basura.
La película no responde al estereotipo hollywoodense, más bien parece que el presupuesto fue limitado y está hecha con pocos actores y sin grandes despliegues, lo que no evita que haya un par de escenas de persecuciones muy bien rodadas y se nos ofrezca una mirada distinta sobre la ciudad de Los Ángeles fuera de los ambientes que habitualmente se muestran, bastante bien fotografiados, por cierto.
Jake Gyllenhaal, que aparece prácticamente en todas u cada una de las secuencias del film, hace un estupendo trabajo protagonista, metiéndose de lleno en el personaje, con una mirada que, como dice su ayudante, da miedo. Un tipo que no es nadie, pero cuando encuentra el filón de los reportajes aspira a llegar a la cumbre cueste lo que cueste. Un tipo amoral, sin sentimientos y para quien los demás son un medio para lograr su objetivo.
Una mirada crítica sobre la prensa que vive de las miserias humanas y el dolor que provocan, hurgando en la herida sin compasión bajo la disculpa de estar informando, pero también con la complicidad que cada cual les ofrecemos como consumidores del morbo que llena sus programas.
Muy interesante, y el punto final
ResponderEliminarUna mirada crítica sobre la prensa que vive de las miserias humanas y el dolor que provocan, hurgando en la herida sin compasión bajo la disculpa de estar informando, pero también con la complicidad que cada cual les ofrecemos como consumidores del morbo que llena sus programas.
DE DIEZ
Nos alejan de la información, todo es manipulado, toques el tema que toques
un saludo
En efecto, como digo los medios de comunicación tienen su parte, pero quienes les siguen (seguimos) en la senda del morbo, tenemos la nuestra.
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