Después de luchar en la batalla de Bailén, Gabriel regresa a Madrid y se aloja en la casa de don Santiago Fernández (El Gran Capitán) y su mujer doña Gregoria Conejo, donde había estado convaleciendo tras los terribles acontecimientos del 2 de mayo de 1808.
La joven Inés, de la que está completamente enamorado, se encuentra junto a su madre, la condesa Amaranta, si bien a la joven le ocultan el parentesco por riesgo de causar un escándalo en la Corte, de modo que se hace pasar por su prima. Inés no consigue adaptarse a su nueva vida en la Corte y además todos en su familia le hacen creer que Gabriel ha muerto, pues quieren que se olvide de él para siempre por considerarlo hombre de baja estirpe.
Por otra parte, Gabriel se relaciona en este episodio con varios personajes de la sociedad madrileña, desde el condesito don Diego de Rumblar, a quien sigue a todas partes tratando de alejarlo del mal camino por el que lo arrastra don Luis de Santorcaz, hasta los frailes del Convento de la Merced, en cuyo convento, alojado por el caritativo padre Salmón, se esconderá de la persecución injusta a que se ve sometido por la envidia y ánimos de revancha de Santorcaz, que ha pasado a forma parte de la policía al servicio de las tropas de ocupación. Terminará en el Palacio del Pardo, en un momento en el que allí se encuentran el mismísimo Emperador y su hermano José Bonaparte.
Aunque el fondo bélico está presente en la novela, pues el país está en guerra, levantado contra la invasión napoleónica, aparte de breves referencias a la defensa fracasada de Madrid, no es este el asunto que ocupa más espacio en el libro. Queda claro el reflejo de la sociedad madrileña del momento, atenazada por el miedo por la presencia de las tropas francesas y por la desconfianza entre unos y otros, pues los partidarios de los franceses, los llamados afrancesados, eran tenidos por enemigos, espías y delatores.
Resultan interesantes las escenas en que aparecen los religiosos, pues nos dan una idea de la indignación que produjeron entre las órdenes conventuales, las medidas dictadas por Napoleón, que preveían la reducción de sus integrantes y la expropiación de algunos de sus bienes en beneficio del Estado o de la sociedad civil.
me gustó el último párrafo porque no recordaba esas directivas de Napoleón contra la iglesia. Pero ¿no es engañoso el título? no parece hablar la obra tanto de él por lo que describís. Saludos.
ResponderEliminarNapoleón en persona, ni aparece, solamente es visto de lejos por el protagonista.
EliminarCreo que el título hace referencia más bien a que lo que en él se relata ocurre en el momento en que el Emperador estuvo en Madrid.
Benito Pérez Galdós es insustituible, si queremos conocer la historia y la intrahistoria de España
ResponderEliminarUn gran escritor y sus novelas son un retrato acertado y crítico de su época.
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