La hermana Edit (Astrid Holm), miembro del Ejército de Salvación, se está muriendo tras haber contraído una grave tuberculosis. En su lecho de muerte, les pide a su madre y a la hermana María (Lisa Lundholm), que avisen a David Holm (Victor Sjöström) para que venga a visitarla.
Mientras tanto, David, que es alcohólico, relata a otros dos compañeros de borrachera, la leyenda de la Carreta Fantasma y sus cocheros, según la cual si un gran pecador es la última persona que muere al terminar el año, entonces tendrá que conducir durante un año entero la Carreta Fantasma que recoge las almas de los muertos.
Estamos precisamente en la última noche del año y cuando David se niega a visitar Edit, sus amigos tienen una discusión con él, pelean y David muere justo antes de que el reloj de las últimas campanadas del año que concluye. Cuando llega el cochero a recoger su alma, reconoce a su amigo Georges (Tore Svennberg), quien murió a fines del año pasado. Georges rememora partes de la odiosa vida de David y, en flashbacks, le muestra cuan malo y egoista fue en vida.
El guión adapta la novela Körkarlen, de Selma Lagerlöf, la gran escritora sueca de fama universal que recibió el Premio Nobel de literatura en 1909. La autora de El maravilloso viaje de Nils Holguersson creó para El carretero un universo que combinaba sueño y vigilia, buscando difuminar los límites entre lo espectral y la realidad, aderezado con cierto toque de crítica social.
Esta es probablemente la cinta más importante del director, guionista y actor sueco Victor Sjöström que dirige y protagoniza el film, en el que se mezclan géneros narrativos como el terror y la reconstrucción naturalista de la realidad sueca del momento. La película destaca por el uso de un lenguaje atrevido para la época, tanto desde el punto de vista de la narrativa fílmica como de los efectos especiales, muy innovadores en aquel momento, que contribuyen de manera determinante a hacer creíble un relato sobrenatural.
El empleo de recursos como el flashback era bastante inusual y resultaba ser una técnica sofisticada para el público del cine mudo en 1921. Sjöström demuestra una habilidad pasmosa para contar historias dentro de historias, para desdoblar relatos e introducir interferencias que componen una narración compleja en espiral.
Por otro lado, cabe destacar los efectos especiales de superposición de imágenes para representar a los vivos y los muertos. El solapamiento de fotogramas responde metafóricamente a la superposición de realidad y fantasía, buscando ese efecto que comentábamos que la autora de la novela buscaba de querer difuminar realidad e irrealidad.
Sjöström era lector de Freud, y —tal y como explicó a la propia Selma Lagerlöf— tenía interés en visibilizar sueños y visiones en pantalla, a sabiendas de que se enfrentaba a un reto técnico. El realizador sueco deseaba así apelar al territorio del subconsciente, el lugar donde se aloja la culpa.
Como señaló el historiador cinematográfico David Parkinson: "El sermón sobre el poder demoníaco de la bebida podría haber salido de un corto de Griffith. Pero el uso inspirado que hace Sjöström de la superposición y el tiempo es infinitamente más sofisticado".
Cuando decimos que en el cine todo está inventado, es porque hace cien años personajes como Murnau, Griffith, Von Stroheim o este casi olvidado hoy, salvo para los cinéfilos, Victor Sjöström, ya habían plasmado en el celuloide un montón de escenas que hoy nos parecen modernas, innovadoras, pero que ellos ya habían fabricado, quizá con menos elaboración. Después vendrían las innovaciones técnicas, el sonoro, el color, el cinemascope, los efectos digitales, pero aquellos artistas/artesanos se habían adelantado a cuanto después llegó.
Hay una escena que es paradigmática, aquella en que David Holm armado con un hacha, destroza la puerta del baño en que le ha encerrado su mujer y asoma la cabeza entre las astillas ante el horror de su esposa y sus dos pequeños. Después vendría Kubrick y la haría famosa cuando Nicholson hace exactamente lo mismo con la puerta del baño del hotel Overlook en El resplandor. Pero muchos de los que descubren, al ver la película de Sjöström, que la escena no es nueva, no saben que a su vez, Griffith ya había hecho algo parecido en un film anterior.
En cuanto al film, aunque la historia parezca muy original, para mí no lo es tanto, me recuerda a algunas de las leyendas de Becquer, incluso al Tenorio de Zorrilla en que Don Juan presencia su propio entierro, o a los relatos de la Santa Compaña. Lo verdaderamente interesante es cómo lo cuenta Sjöström y todas las innovaciones que introduce en el film que lo hacen muy moderno y se ve con bastante interés aún hoy en día. La película no deja de tener ese toque filosófico existencialista que continuaría con Bergman.
A algunos les decepciona un tanto el afán moralizante de la historia, el radicalismo de las personalidades de los protagonistas, el malo es, más que malo, perverso y la chica, Edit, se pasa de buena hasta hacerse casi repelente, como si quisiera coger con la palma de su mano el hierro, aún cuando ve que está al rojo vivo, te dan ganas de decir: Chica, eres tonta, te vas a abrasar, es que no lo ves.
Sin embargo, no debemos olvidar que el relato original es de quien es y Selma Lagerlöf era profundamente cristiana, como se refleja en muchos de sus escritos, entre ellos, uno de los más conocidos, Leyendas de Cristo, publicado en 1904, tras haber viajado en 1900 a Tierra Santa para visitar a un grupo religioso de suecos que, en uno de esos arrebatos colectivos de religiosidad, se habían desarraigado de su país natal para ir a vivir a Palestina.
Sea como fuere, a mi modo de ver, estamos ante una de las mejores películas del cine mudo en particular y del cine en todos sus ámbitos, en general.
Lo importante es que la misma historia pase de generación en generación
ResponderEliminarLagerlöf recogió en sus escritos muchos relatos tradicionales de su tierra.
EliminarRevisando tu blog, me interesé por DUEL el Diablo sobre ruedas
ResponderEliminarUna magnífica película a mi modo de ver.
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