Un triángulo amoroso con tres personajes que son amigos desde la infancia.
Ella (Inma Cuesta), ha elegido a la persona con la que se va a casar (Asier Etxeandia), le tiene mucho cariño y es la elección más segura y fiable para su futuro.
Sin embargo, el amor apasionado, una conexión invisible, feroz, imposible de romper, lo comparte con el otro, Leonardo (Alex García), casado desde hace dos años y que tiene un hijo. Les une un hilo invisible que resultará imposible de romper, un amor y un deseo más fuerte que la ley, más salvaje, que la tierra que les rodea.
Pasan los años y ella, angustiada, se prepara para su boda con el Novio en medio del desierto blanco, de tierras yermas, donde vive con su padre. El día anterior a la ceremonia, a su puerta llama una Mendiga anciana que le ofrece un regalo y un consejo: "No te cases si no le amas", mientras le da dos puñales de cristal. Un escalofrío recorre el alma y el cuerpo de la Novia.
En la noche de bodas, la Novia se va con Leonardo y la historia de amor, se ve abocada a una tragedia que resulta ineludible para sus protagonistas, como si una fuerza superior a cualquier razonamiento les empujara a un abismo, a un camino sin retorno que les resulta imposible sortear y que acabará afectando y destruyendo las vidas de cuantos les rodean.
El guión, de la propia realizadora, Paula Ortiz y de Javier García Arredondo, adapta la tragedia “Bodas de sangre”, del escritor y poeta Federico García Lorca, estrenada en 1932. Como casi todo el teatro del genio granadino, a pesar de los casi cien años transcurridos, sigue siendo una obra muy moderna, pocos como Federico supieron explorar la tragedia de estas relaciones imposibles y concretamente del alma femenina tan atenazada por los convencionalismos de la época. Rodada en Capadoccia en Turquía y en las tierras áridas del desierto de los Monegros o de la comarca de las Cinco Villas en Aragón, los diálogos están entresacados de la obra de Lorca.
Arriesgada e innovadora apuesta de la realizadora aragonesa. Es cierto que, por un lado, explora nuevas vías de adaptación, apostando por un formato que da prioridad a lo visual, aspecto en el que la película es muy sugestiva y original.
A pesar de lo dicho y de las críticas casi unánimes que alabaron la propuesta, mi opinión personal es que la obra de Lorca queda algo desvirtuada, se pierde casi por completo el hermoso texto del poeta granadino y buena parte del mensaje queda apagado por esa apuesta tan personal de la autora, que algunos han calificado como caprichosa.
Yo creo que estos intentos son buenos para el cine, pero lo que me llama la atención son las declaraciones de algunos de quienes la valoran con afirmaciones tales, como "Lorca habría estado encantado con esta adaptación". Vete a saber lo que habría dicho, podría haber estado encantado o no.
Una cosa que me llamó la atención: Durante la pelea del ya marido y el amante de la Novia, suena de fondo el "Take this waltz" de Leonard Cohen, versionada por Carmen París. Además de que es una preciosidad de melodía y de la buena interpretación de la cantante criada en Aragón, saben que Leonard Cohen hizo esta canción como homenaje al poeta granadino, es una especie de versión en inglés del poema "Pequeño vals vienés", que se incluye en el poemario "Poeta en Nueva York".
Bueno, al menos es argumento de García Lorca y supone reconocer su categoría tras tantos años desde que muriera.
ResponderEliminarY con la música de Leonard Cohen probablemente resultará ser una peli grata.
No está mal, al menos estéticamente.
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