La norteamericana Isabel Archer (Nicole Kidman), llega a Grandecourt, una hermosa casa inglesa propiedad de su acaudalada tía. Allí conocerá a su tío, que la impresionará notablemente, y a su primo Ralph (Martin Donovan), enfermo de gravedad.
Isabel es una joven inusual, con una inteligencia y una personalidad llamativas, que atraerán a hombres tan diferentes como Lord Warbuton (Richard E. Grant), el norteamericano Caspar Goodwood (Viggo Mortensen) o el que será su marido, Gilbert Ormond (John Malkovich). Pero también a mujeres, como su moderna amiga, la periodista Henrietta Stackpole (Mary-Louise Parker), o la intrigante madame Merle (Barbara Hershey). A pesar del profundo deseo de independencia, iremos viendo cómo este círculo de personajes comienza a tejer sus hilos alrededor de ella. No todos lo hacen con intención de manipularla, pero lo cierto es que Isabel será manipulada.
A medida que avanza la narración, la revelación de que ha perdido su libertad se hace cada vez más nítida para la protagonista, como decimos, una mujer inusual, en una sociedad profundamente convencional y sometida a una rígida estructura de conveniencias.
Con una ambientación muy lograda y llamativos escenarios tanto interiores como exteriores, el film cuenta con una fotografía detallista en tonos oscuros, quizá para remarcar ese ambiente que predomina en la vida de la protagonista desde su casamiento.
Basada en una novela homónima de Henry James, como en otras obras del autor norteamericano, se muestra una especie de candidez en los personajes venidos del Nuevo Mundo frente a los europeos, presas de una suerte de actitud maliciosa. El caso es que a la protagonista, primero se la pinta como una mujer inteligente e independiente, que no quiere ser un borrego más del rebaño, en sus propias palabras, cuando le hablan de matrimonio. Es pretendida por hombres ricos, de buena posición social y sumamente delicados con ella, a todos los rechaza para ir a caer en brazos de un vividor, pagado de sí mismo, despectivo con el prójimo, engreído y maltratador. Increíble, si no fuera porque en la vida real todos conocemos casos inexplicables de estas características.
Otra constante de la literatura de James queda patente en el film, su fascinación por Europa en general y por Gran Bretaña e Italia en particular, países estos dos, donde se rodó.
Con un reparto de verdadero renombre, se trata de una producción con grandes medios que, sin embargo, a mí me parece bastante irregular en sus resultados, empezando porque se hace demasiado larga, con pasajes que apenas aportan nada a la narración. Con mucho cuidado en los detalles y algunas escenas fastuosas, como las del baile, resulta una película agradable de ver, aunque algo tediosa.
Tiene que ser una buena cantidad las películas basadas en obras de Henry James.
ResponderEliminarUnas cuantas hay.
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