Palmira Gadea (Concha Velasco), una aristócrata sevillana con una vida que responde a un orden perfecto: un marido atractivo, dos hijos estupendos, un hogar impecable y un jardín espectacular. A pesar de ello se siente insatisfecha, su aparentemente feliz matrimonio con Willy (Fernando Guillén), un exitoso ganadero, celebra las bodas de plata. Tiene unos hijos guapos y educados, y su casa es envidiable. Pero ella busca su propia identidad. De repente, se entera de que su marido le es infiel, uno de sus hijos no asume su ambigüedad sexual, y su hija le hace abuela. Palmira decide mirar más allá del jardín, dejarlo todo atrás y marcharse con una organización humanitaria a un país africano. Es en África donde se reencuentra con su primer amor y ahora médico.
La película es adaptación fiel de la novela del mismo título de Antonio Gala, con un guión de Mario Camus y una bonita fotografía de José Luis Alcaine.
Ruanda, país que al que se dirige, se cambió por Senegal a la hora del rodaje, por la guerra que vivía aquel territorio africano, aunque en el guión definitivo no se hace mención a ninguno concreto, mas que indirectamente a través de las noticias de televisión. A la hora de la elaboración del guión, se encontraron con la dificultad de que la novela transcurría íntegramente en Sevilla y que la llegada de la protagonista a Ruanda suponía otra novela. La solución, que propuso Mario Camus y que aceptó Olea, fue la de comenzar y terminar la película en Africa e introducir en plan flash-back toda la parte central de Sevilla.
Supongo, y sólo supongo, que la película quiere transmitirnos la insatisfacción de una mujer que comienza una nueva etapa en su vida (el médico le acaba de comunicar que acaba de entrar en el llamado climaterio) y se da cuenta de que jamás ha hecho lo que quería, sino lo que le decían o aquello a lo que la vida le arrastraba. Hay también una lejana y somera crítica a una determinada clase de la sociedad sevillana, pero sin entrar demasiado en el asunto.
Con unas interpretaciones que no me han convencido, comenzando por una Concha Velasco a la que todo el mundo pone por las nubes, pero yo encuentro artificial y en algunos momentos sobreactuada, sobre todo cuando se le va un poco la especie y declama su papel. El papel era en principio para Catherine Deneuve y después se le ofreció a Pepa Flores, que lo rechazó y eso que salió ganando.
Al final, la insatisfecha mujer, de la que se nos quiere transmitir un mensaje de coraje y valentía por romper con su cómoda vida, resulta que es una persona orgullosa de un jardín que no cuida ella y que se va a África como voluntaria de una ONG para pasearse con un antiguo novio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario