El reverendo T. Lawrence Shannon (Richard Burton) es pastor de la iglesia episcopal en Virginia. Al parecer, ha tenido una relación con una joven feligresa que ha dado lugar al escándalo, por lo que en el sermón del siguiente festivo, cree percibir cuchicheos en los bancos de los fieles, lo que le hace perder los nervios y, a voz en grito, acusarles de falsos e hipócritas. La autoridad superior, le suspende en sus funciones, aunque él siempre defenderá que no ha sido expulsado.
Tiempo después lo hallamos como guía turístico de una empresa que realiza excursiones y viajes de norteamericanos por territorio de México. Shannon está encargado de una excursión de un colegio bautista al frente de la cual viene la profesora de canto, una mujer intransigente y despótica a la que no deja de poner en aprietos su alumna Charlotte Goodall (Sue Lyon), una jovencita descaradamente desinhibida que no hace más que perseguir a Shannon para mantener relaciones con él, lo que provoca que la profesora investigue sobre él y se encuentre con un oscuro pasado sexual, denunciándolo y consiguiendo que la empresa para la que trabaja le despida.
Todo este desenlace se produce en un hotel de Puerto Vallarta, propiedad de Maxine Faulk (Ava Gardner), viuda de un antiguo amigo de Shannon, lugar al que este ha llevado a los viajeros a pesar de que no era el sitio en el que estaba previsto que se alojaran.
Basado en el que a la postre sería el último gran éxito teatral de Tennessee Williams, el guión, en el que intervienen el realizador y Anthony Veiller, sabe sacar provecho de las escenas de exteriores rodadas en Puerto Vallarta, un lugar que hoy es destino turístico de primera magnitud y entonces apenas era conocido.
Hay algunas cosas que están en la obra y aquí quedan suavizadas un tanto y otras que directamente desaparecen, como el grupo de turistas alemanes con el que coinciden en el hotel, simpatizantes nazis y de los que no se hace mención en el film.
Interesante drama, con un reparto de lujo, centrado sobre todo en los diálogos, brillantes como no podía ser menos, ya que toma párrafos enteros de la obra teatral, sin embargo, yo creo que en algunos momentos (bastantes) esa vocación teatral la convierte en una película un tanto fallida y es en aquellos otros en los que se aleja de los escenarios para introducir variantes propias de las posibilidades cinematográficas, cuando Huston consigue mejores resultados.
Para la historia han quedado las escenas de Sue Lyon (la Lolita de Kubrick), bailando provocativamente o la mítica del baño de Ava Gardner con sus dos criados/amantes mexicanos.
El film está lleno de metáforas sobre los problemas y la manera de ser de los personajes, desde el lesbianismo de la profesora de canto (aquí menos explícito que en la obra teatral), hasta las reflexiones sobre la religión o la búsqueda de la liberación.
Todos los personajes parecen querer esconder algo y estar avergonzados de una parte de su pasado, tal vez algunos de los largos diálogos pueden hacer que la película sea lenta en ciertos tramos, pero son una delicia, como lo son los maravillosos estudios de personajes que se realizan, sobre todo en torno a ese especie de triángulo que se forma entre los tres protagonistas y el conseguido contrapunto del anciano abuelo de Hannah Jelkes (Deborah Kerr).
La noche de la iguana es un cuento que Williams convirtió en una obra de teatro, que fue ampliando posteriormente. Huston la inicia con una impresionante escena, el sermón de Burton y el golpe dramático cuando el pastor baja del púlpito y se encara con sus feligreses.
La película puso en el mapa a Puerto Vallarta, a la sazón un recóndito lugar de la costa mexicana y entre la exuberancia del paisaje y el clima del lugar, consigue trasladar al espectador un ambiente agobiante, perfecto caldo de cultivo para que las pasiones se desaten.
Aunque es una película de hace ya bastantes años, el argumento gustará mucho por el argumento: un clérigo envuelto en unos líos de faldas. Para la gente en general, cuanto más escabroso sea el rema, más llama la atención.
ResponderEliminarEn cualquier caso, un clérigo peculiar.
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