El reverendo Vallon (Liam Neeson), es el líder de la comunidad Irlandesa de New York, que está siendo acosada por los grupos que se oponen a los inmigrantes por considerar que vienen a invadir su país; en un determinado momento, el enfrentamiento es tan fuerte que deciden saldarlo con una pelea, por un lado, las bandas irlandesas, con los llamados "Conejos muertos" al frente y por otro, los "Nativos", que se autoproclaman herederos de los primeros pobladores americanos, liderados por Bill "El carnicero" (Daniel Day-Lewis).
Durante la batalla campal que se desencadena, Vallon muere a manos de Bill, en presencia de su hijo pequeño. El niño es internado en un reformatorio, de donde regresa al cabo de los años convertido en un joven practicamente adulto. La mente de Amsterdam Vallon (Leonardo DiCaprio) está ocupada por un único pensamiento, una idea fija: vengar la muerte de su padre.
Consigue introducirse en el círculo de los íntimos de Bill a base de formar parte de la banda de facinerosos que lidera y de destacarse en el cumplimiento de los deseos de El carnicero, sin embargo, cuando tiene todo preparado para llevar a cabo su plan de venganza, una delación le deja al descubieto.
Si hay algún autor apegado a una ciudad, ese es Martin Scorsese y la ciudad, por supuesto, es New York. Es cierto que Woody Allen es el otro gran representante del cine de temática neoyorkina, pero de vez en cuando se ha desmarcado, sobre todo en la última época, de su querida ciudad. Scorsese, en cambio, sigue fiel, de hecho en su último film apenas recién estrenado, así lo demuestra.
Como si de una persona de carne y hueso se tratara, la metrópoli también tiene su lado oscuro, quizá esta más que otras, y en esas aguas negras que se tragan la Biblia del joven Vallon al principio del film, es donde bucea el realizador de "El Lobo de Wall Street".
Estamos hablando de una época, la del despegue de la ciudad como gran urbe, conflictiva, peligrosa y oscura, los libros de historia pasan por ella casi de puntillas y, desde luego, para el gran público europeo, son episodios prácticamente desconocidos.
Basada muy libremente en el libro homónimo de Herbert Asbury, en el que se relatan los disturbios que asolaron la ciudad en 1863, cuyo desencadenante fueron los alistamientos obligatorios para luchar en la Guerra de Secesión, pero en cuyo trasfondo latía la tremenda desigualdad entre las clases acomodadas y los humildes, sobre todo inmigrantes irlandeses que llegaban por miles a la ciudad huyendo de la hambruna que castigaba la isla.
Los enfrentamientos entre las bandas, origen remoto de las mafias que tomarían su relevo en el control del poder y su intervención a favor o en contra de los candidatos a los puestos relevantes, donde el crimen y la traición, disfrazados de democracia, dejan en evidencia la supuesta igualdad de los votantes. Para trasladarnos la historia, el guión dibuja una serie de personajes que, en ocasiones, nos producen una doble reacción repulsión/atracción, pues todos tienen sus razones, pero al final, el odio, la violencia, los intereses o la ambición, pueden con ellos.
Con dos actuaciones sobresalientes, una la de Liam Neeson, breve, pero cuya presencia dota el film de un inicio arrollador y otra, con mucha más presencia a lo largo de la película, la de Daniel Day-Lewis, que se zampa al resto del reparto.
Magníficos decorados, con una peculiar ambientación, un estupendo montaje y una banda sonora que se remata con la canción "The Hands That Built America" interpretada por U2.
Un par de curiosidades a la que no puedo sustraerme: El principe Alberto de Mónaco, participó en la financiación del film. Y otra es una aclaración al nombre de la banda "Los conejos muertos", "Dead Rabbits" en la versión original. "Rabbit", es una corrupción fonética de la palabra gaélica "Ráibéad", que viene a significar hombre temido, u hombre a temer o que debe ser temido. "Dead", se emplea como una intensificación de la palabra "Very" ("muy"), así que el sentido real de "Los conejos muertos", sería el de Hombres muy temidos.
En definitiva, película casi épica, de ritmo trepidante, en la que se nos narra la sangre, la muerte y el odio que hay debajo de las espaciosas avenidas y los grandes edificios que componen la Gran Manzana y también la tremenda corrupción de la política que ofrece su cara amable al votante, mientras entre bambalinas, están utilizando el garrote y el juego sucio para acabar con el oponente. Al fin y al cabo, poco han cambiado algunas cosas.
No pude con ella la primera vez que la vi, sin embargo, en posteriores ocasiones me va gustando más. Sólo una cosa. Me sobra Cameron Díaz: inaguantable.
ResponderEliminarTienes razón, Iñigo, la pobre Cameron está ahí como de adorno.
EliminarLo que Trecce reseña sobre Scorsese y este film debe tenerse en cuenta a la hora de la visión de su última "El lobo...Él es hijo de emigrantes italianos y un neoyorquino católico conocedor de lo que se ha cocido en la Gran Manzana.
ResponderEliminarAquí retrata el lado oscuro de "su" ciudad. Pero incluso cuando trata temas como este, lo hace con el cariño que uno pondría al hablar de un hijo que le ha salido díscolo.
EliminarMás que llevadera, pero claro todo va en gustos.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Tienes razón, Rafa.
EliminarNo me gustó la película. Me pareció en exceso ambiciosa: se queda en una especie de mezcla entre Oliver y Mad Max; las actuaciones tampoco ayudan y lo de la protagonista ya lo habéis comentado. Una cinta fallida en mi opinión.
ResponderEliminarMe ha hecho sonreír lo de "Oliver", porque es cierto.
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