Peter invita a la niña Wendy Darling al País de Nunca Jamás para que sea la madre de “Los niños perdidos”. Sus hermanos John y Michael también la acompañan en su mágica aventura.
A lo largo de la historia se presentan diversas aventuras fabulosas, entre ellas cuando el hada Campanilla casi muere al ingerir un veneno, y una confrontación con el enemigo directo de Peter, el Capitán Garfio.
Al final, Wendy decide que su verdadero espacio para vivir se encuentra en su hogar al lado de sus padres y por ello lleva a sus hermanos y a los niños perdidos de regreso a Londres, mientras que Peter Pan se queda en Nunca Jamás, prometiendo a su compañera de juegos volver a visitarla todas las primaveras.
Peter Pan aparece por primera vez en El pajarito blanco (1902), una novela de tintes autobiográficos, hoy casi desconocida, que James Matthew Barrie dedica a “mis chicos”, los Llewelyn Davies. El protagonista, el Capitán W., es un viejo solterón que, enamorado platónicamente de una joven institutriz, Mary, se convierte primero en su benefactor y luego en el de su hijo, David. El Capitán, fascinado por el niño, incluso piensa en “arrebatárselo por completo y hacerlo mío”, inventándose, para justificar la relación, que él tuvo un hijo que murió, Timothy.
Barrie fue cambiando la novela, que se publicó con la forma que hoy conocemos en 1911, bajo el título de Peter y Wendy. Que la novela está sembrada de tintes autobiográficos está más que claro cuando ahondamos en la biografía del autor, amigo y compañero de estudios en la Universidad de Edimburgo, de Arthur Conan Doyle y Robert Louis Stevenson. Barrie había tenido un tremendo deficit de cariño familiar, su padre no se relacionaba con sus hijos y su madre quedó marcada por el fallecimiento del hermano de James, David, cuando éste contaba 13 años en un accidente de patinaje. Desde entonces su madre ignoró a James que siempre hacía ineficaces esfuerzos por agradarla.
Barrie tenía entre sus amistades, unas muy especiales, los pequeños de la familia Llewelyn Davies, en quienes James encontró a los perfectos compañeros de juegos. James conoció a los niños cuando estos iban con su niñera a los Jardines de Kensington, a donde el acudía a pasear con su perro Porthos, cuando George, Jack, Peter, Michael y Nico se quedaron huérfanos, asumió el papel de tutor como si se tratara de un juego más.
Fanático de las novelas de aventuras más que de las responsabilidades adultas, Barrie creo a Peter Pan como un personaje nacido del ímpetu de creer que todo en la vida puede suponer una gran aventura, incluso la muerte.
Peter Pan se estrenó como obra teatral el 27 de diciembre de 1904 en el teatro Duque de York de Londres. El público jamás había visto nada parecido: niños volando por el escenario, una bola de luz que representaba al hada Campanilla, un perro niñera, un cocodrilo con un reloj en el estómago que persigue al pirata Garfio para terminar por devorarle… Fue un éxito rotundo. Y Barrie, oculto entre bastidores, supo que había conseguido el sueño de cualquier escritor, su pequeña dosis de inmortalidad: Peter Pan sería tan popular que algunos, muy pronto, lo considerarían un mito moderno.
A pesar de haber sido concebida como una obra para niños, la novela tiene tantas connotaciones que la convierten en un relato muy jugoso para los adultos. Por ejemplo, las escenas de Bloomsbury (el domicilio londinense de Wendy y sus hermanos) muestran las restricciones sociales de la realidad doméstica de clase media de finales de la época victoriana, en contraste con El país de Nunca Jamás, un mundo donde la moralidad es ambivalente.
G. K. Chesterton en 1911, hacía la siguiente reflexión: Peter Pan parece, más que una creación literaria, un ser de dimensiones mitológicas que siempre ha estado ahí, flotando por el imaginario colectivo hasta convertirse en uno de los iconos literarios y culturales más poderosos del siglo XX.
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