En los albores del siglo XX, las naciones que se habían quedado atrás en el reparto de colonias auspiciado por la conferencia de Berlín de 1884, buscan su pequeña tajada entre las migajas que van quedando las grandes potencias.
Italia se fija en Libia, que había quedado fuera del reparto colonial de África y a la que ellos llamaban "Quarta Sponda" (la cuarta costa italiana), al haber sido una provincia del antiguo Imperio Romano y el 3 de octubre 1911, Libia fue objeto de una invasión militar italiana en toda regla. Casi veinte años después, harto de que el territorio estuviera sin pacificar y se siguieran produciendo enfrentamientos entre el ejército de ocupación y las tropas irregulares de beduinos, Benito Mussolini (Rod Steiger), envía al general Rodolfo Graziani (Oliver Reed) con el encargo de acabar de manera definitiva con la insurgencia nativa.
Película casi olvidada, uno de tantos casos en que un producto de calidad nada desdeñable y por razones y circunstancias que adivinamos pero en los que no voy a entrar en detalle, es enviada al baúl de los recuerdos.
El film revive una historia poco (o nada) tratada por la cinematografía, la peripecia italiana en Libia buscando reverdecer viejos sueños imperiales que en su inicio, al contrario de lo que ciertas crónicas interesadas han transmitido, nada tuvieron que ver con el fascismo, pues los orígenes de esta ocupación imperialista se remontan a 1911.
La película narra el enfrentamiento entre las tropas regulares de Italia y las tribus rebeldes sanussi dirigidas por el líder religioso Omar Mukhtar (Anthony Quinn). Mukhtar, maestro en una escuela coránica, fue el personaje que aglutinó a la dispersa población Libia, sin apenas conciencia nacional, ya que en su mayoría eran beduinos y habitantes de pequeñas poblaciones. Durante 20 años trajo en jaque a las tropas italianas que se vieron inmersas en una espiral de derrotas, hasta que se hizo cargo de la situación Rodolfo Grazziani que combinando el moderno armamento del que disponía y la aplicación de medios despiadados como la reclusión de parte de la población nativa en grandes campos de reclusión y el despliegue de una inmensa alambrada para cortar la llegada de suministros a los rebledes desde la frontera egipcia, consiguió capturar a Omar Mukthar, quien fue ejecutado en la horca el 16 de septiembre 1931, ante su pueblo, tras un juicio sumarísimo.
La película es un canto a la lucha por la libertad y una declaración contra el colonialismo. Mukthar es uno de esos líderes carismáticos a quienes la gente sigue hasta las últimas consecuencias, aún sabiendo que la batalla está perdida. Él relato está lleno de reflexiones en ese sentido y de imágenes y situaciones que las apoyan, es la lucha del débil contra el fuerte, pero también de quien está cargado de razones contra la avaricia del opresor.
Libia entonces era un territorio sin recursos, pero la Italia de Mussolini no podía permitirse el oprobio de verse derrotada por unas fuerzas infinitamente inferiores en medios y preparación, era una cuestión de prestigio y cabezonería por decirlo llanamente, ya que el conflicto resultó impopular, pues la gente del pueblo no entendía qué se las había perdido allí y los únicos interesados eran un puñado de nobles y ricos que obtuvieron concesiones territoriales en zonas fértiles del país africano.
Magníficas interpretaciones de Anthony Quinn (una vez más Hollywood le adjudica un papel de extranjero) y de Oliver Reed, ambos brillando a gran altura y muy bien acompañados de una pléyade de secundarios de lujo que están no menos brillantes: Irene Papas, Rod Steiger, John Gielgud, Raf Vallone, Gastone Moschin...
Logradísima fotografía del veterano Jack Hildyard, del que los entendidos destacan cómo ha sabido retratar los colores cálidos y dorados del paisaje del desierto y una banda sonora del maestro Maurice Jarre que mezcla sabiamente los pasajes épicos con otros cargados de lirismo e intercalando, de forma recurrente, variaciones sobre el conocido "Giovinezza" del cancionero fascista.
Mención aparte merece la ambientación, cuidada al detalle, sobre todo la uniformidad y el armamento pesado del ejército italiano, expresamente fabricado para el film. Este apartado cobra especial importancia en una película en la que las secuencias de batallas se suceden, siendo una de las razones de que un film de casi tres horas, se nos haga bastante entretenido, pues están muy logradas y aunque no cuentan con espectaculares efectos, sí que tienen a su favor la intervención de numerosos extras que dan gran verismo a la recosntrucción de enfrentamientos armados.
Quizá lo más flojo de todo sea el guión, bastante maniqueo, pues sin querer defender la actuación, en ocasiones despiadada, de los colonizadores, no es menos cierto que se presenta, de manera bastante interesada, a los rebeldes árabes como un dechado de honor y caballerosidad, cuando yo supongo que no perdonarían la vida del enemigo así como así, tal como refleja la película.
Están bien intercaladas imágenes de archivo en las que se ven tomas aéreas de los campos de reclusión, de la alambrada y de la llegada de tropas italianas a la región, pero el valor de testimonio histórico del film no para ahí, ya que aparte de glosar la figura de Mukhtar (un héroe nacional en Libia), queda patente la utilización, por primera vez, de tanques en el desierto, o el empleo de aviones ligeros para bombardear a la población civil.
No quiero dejar en el olvido al realizador del film, el sirio Moustapha Akkad, muy vinculado al mundo de Hollywood y que dedicó gran parte de su carrera a intentar explicar el Islam a occidente. En "agradecimiento", Al Qaeda le asesinó en 2005 en Amman (Jordania). Por supuesto, para el rodaje de esta película, contó con todas las facilidades del régimen libio de Muammar al-Gaddafi que financió parte del presupuesto.
Sin embargo en Italia estuvo muchos años prohibida alegando que atentaba contra la dignidad del ejército. Al parecer, a los italianos les gusta recordar a los partisanos que defendieron su país contra la ocupación nazi, pero resulta ofensivo recordar que hubo un tiempo en que también ellos fueron opresores.
A mi entender, salvando algunas licencias que se toma el guión y cierto tonillo de propaganda anti occidental, estamos ante una película más que interesante, rodada con esmero y con unas interpretaciones que nos dejan grandes e inolvidables momentos.
Lugares que a todos nos suenan, pues han vuelto a ser portada de los noticiarios en los últimos tiempos, regresan a nosotros y los nombres de Bengasi, Tobruk, Sirte o Trípoli vuelven a nuestros oídos.
Buena pero lamentablemente poco vista, cierto. Habrá que revisionarla.
ResponderEliminarEs cierto que da pena que pelis como esta sean tan poco conocidas.
ResponderEliminarAdemás de buena yo creo que los interpretes están en un nivel más que aceptable.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Todos son grandes intérpretes.
ResponderEliminarlastima que no salga un director para rodar esta historia tan bonita
ResponderEliminarCiertamente que la historia es atractiva, pero se ve que no para realizadores y productoras.
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