Rembrandt Harmenszoon van Rijn (Charles Laughton), está en la cima de su éxito, reconocido socialmente y disfrutando de una vida desahogada, en parte gracias a su matrimonio con la acomodada Saskia van Uylenburg, con la que ha disfrutado de una convivencia plena de amor cuyo fruto es un hijo: Titus (John Bryning).
Saskia muere y el pintor queda sumido en una terrible desolación que influye de manera decisiva en su arte, muchos clientes quedan insastifechos con los encargos que le hacen, pues sus creaciones se han tornado más oscuras y no se recata en disimular los defectos de las figuras humanas que retrata.
A partir de ese momento, su vida entra en un continuo declive, pierde el favor del público y se mete en deudas que provocarán la enajenación de todos sus bienes. Sin embargo, el apoyo de su nueva mujer (con la que no llega a casarse) Hendrickje Stoffels (Elsa Lanchester) y de su hijo Titus, serán los apoyos que necesita en esos instantes.
Dos monstruos, uno a cada lado de la cámara, Alexander Korda y Charles Laughton, nos ofrecen una de esas producciones llenas de encanto y arte.
El realizador nos ofrece algunas escenas de gran maestria, sobre todo las delicadas elipsis con las que nos cuenta la muerte o el paulatino olvido de Saskia por parte de su marido.
Laughton, por su lado, en otra lección de interpretación, se apropia del personaje y lo adapta a su forma de hacer, alguno de sus monólogos son pura maravilla.
El guión se basa en una historia de Carl Zuckmayer y se centra sobre todo en la persona y no en el artista. Es claro que ambas facetas en una figura del tamaño del pintor holandés van unidas indisolublemente, pero entiéndase lo que quiero decir, pues el film nos habla sobre todo de relaciones personales y de la forma de entender el arte, de sus reacciones como ser humano.
Buena ambientación, con unos espectaculares decorados y un vestuario muy cuidado, me llamó la atención especialmente, en este aspecto, una escena del final de la peli en el que un grupo de personas que va a celebrar algo a la taberna invita a Rembrandt sin saber de quién se trata y todos los personajes que aparecen en escena parecen sacados de un lienzo de la época, con las mujeres muy bonitas y vistiendo de manera elegantísima.
Aunque no acaba de ser una peli redonda, tiene momentos de gran inspiración, con un Charles Laughton soberbio y muy bien secundado.
Digna de ver y de disfrutar.
Y por todo ello habrá que buscarla y verla. Vaya, Trecce, me tengo que poner las pilas.
ResponderEliminarTranquilo, te esperará.
EliminarBuena explicación de la película. No conocía la vida de Rembrandt. ¡La veré!
ResponderEliminarEs muy interesante, creo.
EliminarNo recuerdo haberla visto, pero todo lo que sea basado en hechos históricos me gusta.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Entretenida, Rafa. Se pasa un rato agradable viéndola.
EliminarLaughton como siempre soberbio.
ResponderEliminarAl parecer, la relación con él no era fácil a la hora de trabajar, pero cuando se implicaba en un proyecto... Y este se ve que lo hizo suyo. Magistral.
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