En La Habana de los años 50, viven Chico y Rita. Él, pianista; ella cantante y bailarina. Ambos esperan el momento en que el destino les traiga la oportunidad de su vida que les permita vivir de lo que verdaderamente aman: La música.
Entre tanto se ganan la vida como pueden, como acompañantes ocasionales de los norteamericanos que van a la isla a vivir y empaparse de sensualidad, una sensualidad más propia del burdel de los yankees (como alguien bautizó a la Cuba de Batista).
En este ambiente, los dos aspirantes a artistas, se presentan a un concurso musical que patrocina una cadena radiofónica y ganan el premio: 500 pesos y un contrato en una sala de la capital. Ese será el arranque de una relación de amor, celos y malos entendidos, que les acompañará durante el resto de sus vidas.
Una vez más, Fernando Trueba plasma en la pantalla su devoción por el jazz latino como hiciera en Calle 54. En esta ocasión con la complicidad de Javier Mariscal (otro apasionado de esta música y de la isla caribeña), de Ignacio Martínez de Pisón y Tono Errando, coguionista y codirector respectivamente, para traernos una historia romántica y melodramática de lo más clásico y con un guión sencillote, cuyos principales atractivos son la originalidad de recurrir a la animación y la excelente banda sonora, con temas de toda la vida arreglados por el inolvidable Bebo Valdés, que nos ha abandonado hace breves fechas y cuya vida podría ser perfectamente la del protagonista del film.
Puede gustar más o menos el tipo de dibujo elegido, de trazos duros y colores planos, sobre todo chocante a la hora de definir las expresiones de los personajes, pero, por otro lado, consigue una excelente recreación de La Habana, tanto en la época de mitad de siglo, como en la actualidad y de aquel New York de los 50 al que da un toque que nos recuerda vagamente a las pelis del noir clásico.
El film se adorna con cameos y guiños cinéfilos, por él desfilan los dibujos que recrean a personajes como Charlie Parker, Chano Pozo, Tito Puente, Dizzy Gillespie, Nat King Cole...
El film tiene sus limitaciones técnicas, un guión muy manido y previsible, falto de originalidad, todo un contrasentido en un film que presume de ser muy original, pero a cambio de todo esto, con el recurso de la animación, permite que un film de bajo presupuesto y medios limitados, haga una recreación de La Habana y del New York de los 50, muy lograda, realista y con detalles casi exquisitos.
Y, además, está la música, verdadero protagonista de la película, a cuyo encanto queda subordinado todo lo demás, la ola de melancolía que nos envuelve, hace que disculpemos todo lo demás.
La peli estuvo nominada en los Oscar y consiguió el Goya y el premio del Cine Europeo, además de otros premios menores, todo ello en el apartado de mejor largometraje de animación.
Me gusta el cine de animación. Y está en concreto mucho. Buena crítica.
ResponderEliminarA mí también me gustó.
EliminarBueno no la he visto, pero como siempre quedo bien informado.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Gracias, Rafa.
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