Ali (Christina Aguilera) es una chica de pueblo que se gana la vida como camarera, aunque está esperando que alguien sepa apreciar su faceta de cantante. En busca de mayores posibilidades, se traslada a Los Ángeles, donde consigue trabajo, también como camarera, en un local llamado Burlesque que regenta Tess (Cher). El lugar es apetecido por un hombre de negocios que quiere derribarlo y construir un nuevo edificio. La situación es agobiante para Tess, a quien el banco reclama el vencimiento de un nuevo plazo de la hipoteca, hasta que Ali, que ahora actua como cantante y bailarina, consigue atraer al público que desea escuchar su maravillosa voz. A pesar de todo, la deuda es difícil de cancelar y el cierre sigue planeando sobre el negocio. Ali ayudará a Tess, con sus consejos, hasta hallar una ingeniosa solución.
Ya se ve que la cosa no es muy original que digamos, un asunto que ha sido tratado de forma recurrente en el cine de entretenimiento: Chica pobre que triunfa, que debe superar unos cuantos obstáculos, sobreponerse a envidias e incomprensiones y que liga con un chico muy mono con el que tendrá una serie de malentendidos, pero con el que todos sabemos que acabará emparejada.
Como fondo, el local donde se desarrolla el espectáculo, que atraviesa por serias dificultades económicas y al que quieren zamparse los especuladores, pero que al fin logra ser rescatado para que siga deleitando al público.
Como no podía ser menos y teniendo en cuenta los innumerables precedentes, a uno se le vienen a la memoria, casi sin querer, unos cuantos musicales de los últimos tiempos y, quiza por la estética, de manera especial títulos como Chicago o Cabaret. Pero, amigos, si alguna vez hubo un cabaret del que quedarse prendado, estuvo en el Berlín de entreguerras, porque el trabajo de Steve Antin, no llega, ni de lejos, a hacer la más mínima sombra al del genial Bob Fosse. Es más, parte de la decepción que nos supone este film es por la inconsciente comparación con otros grandes musicales de la historia del cine.
Christina Aguilera canta muy bien y actua bastante mal; Cher, la pobre, parece acartonada, le dan una canción a mitad de la peli en la que disfrutamos de su voz (la cantó en directo), pero que no pega, está metida allí de cualquier modo; el novio de la prota, Cam Gigandet, monísimo y sus diálogos con Aguilera, como si estuvieran en los ensayos: Ahora hablas tú, ahora me toca a mí. Y, la excepción, Stanley Tucci en el papel de Sean, una especie de secretario de Cher y director de escena del cabaret, que es el único con el que sonreímos cuando hace alguna gracia (con los demás casi lloramos de lástima).
El diseño de vestuario estuvo a cargo de un clásico: Michael Kaplan (Blade Runner, Flashdance, El club de la lucha...), pero como el resto, tampoco aporta nada nuevo al género.
Con un poco de buena voluntad, nos podría haber hecho pasar un rato entretenido, pero dura demasiado para lo que es el producto y llegamos a desear que se acabe.
Trabajo desaprovechado, porque pienso que la idea daba para bastante más, con un mejor guión.
A pesa de tener a Cher no consiguió grandes críticas. Chicago o Cabaret dejaron el listón muy alto.
ResponderEliminarTampoco es nada del otro mundo.
EliminarEl artista que evista desahucio o venta no deja de ser un subgénero.
ResponderEliminarNo la he visto, pero siempre me ha gustado más Aguilera que Cher (la Lola Flores yankee)
Creo que durante el rodaje había bromas del tipo: Cuidado no se tropiece Cher con un cable, que como se caiga, se desmonta.
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