Curiosa la manera de actuar de esta especie de Robin Hood italiano nacido en la segunda mitad del siglo XIII.
Al parecer, algunos miembros de su familia, se ganaban la vida robando. Un buen día, fueron apresado con otros miembros de la banda y condenados a muerte. En la ejecución perececieron el padre y un tío de Ghino, salvando la vida su hermano y él mismo porque eran menores.
Ghino decidió tomarse venganza de aquello.
Conquistó el castillo de Radicofani que dominaba la Val d’Orcia, por donde transita la vía Francigena, lugar de paso obligado para los peregrinos que se dirigían a Roma.
Ghino asaltaba a los viajeros, pero se comportaba con ellos de una manera peculiar, dejándoles lo suficiente, en dinero y medios de transporte para que pudieran continuar su viaje. Se decía que a la gente pobre o a los estudiantes que viajaban de una universidad a otra, les proporcionaba alojamiento, dinero e incluso les ofrecía trabajo.
Sea como fuere, escritores de la talla de Dante (contemporáneo suyo) o Boccaccio, le mencionan es sus escritos.
Éste último, nos lo presenta como un gentil personaje que se dedica al lotrocinio no por maldad, sino por necesidad y nos refiere la historia de lo que le ocurrió al abad de Cluny, que estaba en Roma cumplimentando al Santo Padre, pero se sentía mal del estómago debido a la opípara vida con que se regalaba. El caso es que el fraile decidió viajar a un lugar de reposo para ser curado de sus males, pero para ello debía viajar de Roma a Siena y pasar por los dominios de Ghino. Como cabía esperar, fue apresado por el bandolero, que le hospedó en una pobre celda, sin apenas muebles y sometido a una dieta de pan y agua, mientras el resto de la comitiva eran tratados a cuerpo de rey.
Tras unos cuantos día, el abad se encontraba curado (lógicamente) y le fue permitido regresar a Roma, donde intercedió ante el Papa para que perdonase a su sanador, cosa que este hizo.
Ghino vivió desde entonces como un miembro más de la nobleza, pero al final no se libró de una muerte violenta combatiendo una revuelta de campesinos.
Esta historia me hace recordar a José Maria (el tempranillo)y a Curro Jimenez aquí en España.
ResponderEliminarHubo bandoleros en este país que ayudaron al pobre con lo que robaba los ricos a los pobres, de tal modo eso que decían que se lo robaban a los ricos para dárselos a los pobres,que realmente era de las clses más humilde.
Hoy el rico te roba y no hay bandolero que les robe para dárselos a los pobres....hemos pasado de ser un país de picaresca a un país de chorizos.
Saludos Trecce.
Estos bandidos románticos actuaban fuera de la ley.
EliminarLos chorizos que nos rodean, actúan no sólo dentro de la legalidad, sino amparados por ella.
Totalmente de acuerdo con lo que comentáis. Aquellos robaban la mayoría por necesidad. Pero estos lo hacen para hacerse podridamente ricos y robando a los que más lo necesitan, y encima con el beneplácito de la ley.
ResponderEliminarSaludos.
Es que algunos de ellos son la propia ley, Rafa.
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