George M. Cohan (James Cagney) es un actor y cantante que interpreta al presidente Franklin Roosevelt en una obra musical. Un día recibe la noticia de que se le requiere en la Casa Blanca, por orden del mismísimo presidente. Durante la entrevista, George empieza a contar la historia de su vida, que resulta encarnar los valores más puramente americanos: Nacido en el cuatro de julio dentro de una familia de artistas, desde muy pequeño luchó por conseguir sus sueños, acompañado siempre de sus padres Jerry (Walter Huston) y Nellie (Rosemary DeCamp) y de su hermana Josie (Jeanne Cagney), a los que se conoció como “Los cuatro Cohan”. Siendo un adolescente, ya saboreó las mieles del éxito, pero también los sinsabores causados por culpa de un ego desmedido al que, por suerte para él, aprendió a domar, aunque siempre le quedó un pequeño resquicio, como genuina gran estrella. También recuerda cómo, poco antes de irse a Nueva York con la esperanza de vender las canciones que él mismo componía, conoció a Mary (Joan Leslie), una jovencita aspirante a artista que cambiaría su vida. Diversos acontecimientos se van sucediendo, George y Mary se casan y , más adelante, llegará el momento histórico que convulsiona la vida de todo el país, la II Guerra Mundial…
Exaltación desmesurada del nacionalismo estadounidense en este musical hecho en tiempos de guerra (1942), que pretende contribuír, desde su parcela, al esfuerzo de guerra y a levantar el espíritu del pueblo norteamericano en aquellos difíciles momentos.
Plagado de tópicos, desde presentar a la Casa Blanca como un lugar en el que cualquier americano (previa identificación, eso sí), puede ser invitado a entrar para hablar con su presidente, hasta lo que en la misma peli se dice sobre los espectáculos de Cohan: No son más que un vulgar y chillón despliegue de banderas.
Lo mejor, algunas secuencias donde se refleja la dura vida de los artistas y, sobre todo, ver a James Cagney cantando y bailando, o más bien haciendo piruetas, en toda una muestra de la versatilidad de este gran actor, sin duda uno de los grandes de Hollywood.
Me acuerdo sobre todo por lo de la escena que citas de las banderas. Estos para eso de levantar el espíritu desde luego se la pintan solos. Yo creo que la película no pasa de entretenida, vamos desde mi punto de vista, aunque también tengo que apuntar, que las películas musicales como que no me van mucho.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Desde luego, a quien no le gusten los musicales y la figura de Cagney no le diga demasiado, se le puede hacer muy aburrida.
Eliminar¡Qué "grande" era este Cagney!
ResponderEliminarA pesar de su estatura lo era, sin duda.
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