Dave Purvis es un meticuloso y cauto atracador que prepara su próximo golpe: Robar el dinero de un furgón blindado. Purvis goza de cierto prestigio en el mundo del hampa a la hora de organizar estos "trabajos", pues tiempo atrás llevó a cabo un golpe con bastante éxito. Pero durante el atraco, algo falla, la policía se presenta en el lugar del crimen antes de lo previsto y se produce un tiroteo. Uno de los compinches resulta gravemente herido, mientras un policía muere; aprovechando la confusión, el grupo consigue huir. A partir de ese momento la maquinaria policial se pone en marcha de manera meticulosa e inexorable. Al frente de la investigación, el teniente Cordell intentará encontrar a los forajidos y vengar la muerte de su compañero asesinado.
Richard Fleischer es un director conocido, sin embargo no puede decirse que a lo largo de su prolífica carrera nos haya dejado obras maestras, a pesar de lo cual, no podemos negar su talento y su manera eficaz de plasmar en pantalla las historias que quiere contarnos.
Además, en este caso, estamos hablando de un producto de la llamada serie B, con actores desconocidos y, se supone, un presupuesto más bien escaso. Estos condicionantes no contribuyen precisamente a que la peli tenga un atractivo especial, pero hay que tenerlos muy presentes en el momento de valorarla, porque son todas esas cosas las que hacen que el filme tenga la relativa importancia que cobra y es que no podemos juzgar con el mismo rasero una superproducción y uno de estos productos en los que lo más atractivo para el aficionado es precisamente ese regusto artesanal que destila por todos lados y que resulta encantador.
Las actuaciones no es que estén a un gran nivel, cumplen y poco más. No así la fotografía, por ejemplo, tan importante en este tipo de filmes que tiene algunos momentos muy interesantes.
Nada de profundizar en los personajes ni cosas por el estilo, el metraje es corto (apenas sobrepasa la hora) y no hay demasiado tiempo para florituras y eso que algunas cosas de las situaciones que apunta darían para mucho, con el villano de turno (William Talman), obsesionado por no dejar rastros de su identidad (hasta corta las etiquetas de sus camisas); una triángulo amoroso que queda totalmente en segundo plano, cuando ahí hay mucho material para sacar partido; y unos personajes que apenas quedan apuntados.
Sin embargo, todo ello contribuye a que la historia no tenga pausa y que el ritmo no decaiga en ningún instante, acaparando eficazmente nuestra atención.
Magníficamente conseguido el retrato que hace la labor policial, haciendo un recorrido por todos los eslabones de la cadena (telefonistas, policías de tráfico, agentes que realizan controles, policía científica y detectives), poniendo en valor el trabajo de cada uno de ellos y la importancia que sus cometidos, grandes o pequeños, tranquilos o peligrosos, tienen en el control de la delincuencia.
También muy conseguidas algunas de las escenas de suspense durante la complicada y larga persecución de los delincuentes, muy bien planificadas y realizadas de un modo que dan cierto empaque al film.
Película que no fue estrenada en España en salas comerciales y que, sin ser gran cosa, es muy entretenida y que va al grano de los hechos, contándolos de manera breve y eficaz.
Hola Trecce.
ResponderEliminarUna historia crímenes, persecuciones y acción. La narración y con excelente sentido de suspense donde la tensión dramática se asienta en la interrupción del atraco y la policía certera que se anticipa, como el trabajo donde la policía va identificando progresivamente a los malhechores.
Unas de las primeras pelis que muestra la actuación de una stripper en un teatro abarrotado de hombres y mujeres, que fue de lo más sensual de aquella época.
La peli merece la pena verla ya que te va enganchando poco a poco, muy equilibrada.
Saludos Trecce.
Y a pesar de ello (lo de la stripper, digo), no llegó, ni de lejos, a lo de Rita en Gilda y aquí sí que se nota la diferencia de calidad entre las dos pelis, entre una serie B y una película con mayúsculas.
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