Hay películas maravillosas, en las que los medios técnicos desplegados, el elenco de actores, la brillante fotografía, una banda sonora que quedará para la historia o un guión escrito con mano maestra, hace que digamos aquello de que estamos ante una gran obra, en general, o en alguno de los apartados de los que componen un film.
Hay otras, como es el caso, en las que la historia que cuenta es tan potente que puede con todo lo demás, que hace que nos olvidemos hasta de los posibles fallos que pueda tener, o disculpar que la calidad no sea precisamente para tirar cohetes.
En Hotel Rwanda, calidad, en alguno de sus apartados, la hay, pero desde luego, lo que sí hay es una historia que arrasa con todo lo demás.
Lo que se nos cuenta, son hechos reales que muchos aún recordamos, son de hoy mismo, como quien dice, pues el conflicto que narra aún está presente y, desde luego, sus secuelas son palpables.
El genocidio que vivió Rwanda es la mayor masacre de este tipo tras la Segunda Guerra Mundial y aquí se circunscribe a un periodo concreto, el del año 1994, pero aquello ya llevaba cobrándose víctimas desde unos cuantos años antes y siguió prácticamente durante una década, hasta entrar en el presente siglo.
A la película se le achaca no profundizar en el origen del conflicto que, por descontado, no surgió por generación expontánea, pero la guerra civil ruandesa es sólo el contexto en el que se desarrolla la verdadera historia que nos narra el film. La historia de Paul Rusesabagina, el gerente del hotel des Mille Collines, el hombre inteligente, hábil negociador, que debido a su posición y a la red que ha sabido tejer, tiene contactos en muchos ámbitos. Cuando el conflicto estalla y comienzan las matanzas, decide llevarse al hotel a toda su familia para tratar de ponerla a salvo. El problema es que unos cuantos vecinos de la etnia tutsi, se ponen en sus manos e imploran su protección. Allá van todos.
Al final, el hotel acabará siendo una isla en medio del infierno. Rusesabagina terminará por dar cobijo, no sólo a sus allegados, sino a cuanto tutsi o hutu moderado se acerque en busca de una escapatoria, sin preguntar nada, ni establecer diferencias.
Se compara a este hombre con Oskar Schindler (el Schindler negro le llaman) y creo que no es gratuita la comparación, porque tanto uno como otro, viven una particular transformación a lo largo de su peripecia en el conflicto. El ruandés acaba por extender sus brazos protectores a todos, no sólo a su familia y se juega la vida, literalmente por salvarles.
Son muy buenos los detalles que nos va dejando el film, al apuntar los motivos del conflicto; al revelarnos el desprecio de occidente por la vida de aquella gente (no eres sólo un negro, le dice el comandante de la ONU que interpreta Nick Nolte, eres un negro africano) para quienes son menos que nada; la corrupción en la vida diaria del país; la inutilidad de la ONU asfixiada en su propia burocracia y prisionera de la falta de acuerdo entre las grandes potencias; la zozobra, y la angustia que provocó la ola de violencia incontenible y arbitraria...
Magníficas las actuaciones del matrimonio protagonista, ella, Sophie Okonedo y, sobre todo, él, Don Cheadle, ¡qué gran actuación!, una interpretación para quitarse el sombrero.
Una peli muy emotiva y verosímil que nos lleva a reflexionar si realmente el colonialismo ha terminado, sobre las culpas de occidente y de las clases dirigentes africanas, porque allí no todos son víctimas, los dirigentes y las élites revolucionarias corrompidas, también son responsables.
Seguramente el film no pasará a la historia por su calidad, lo hará por la valentía con la que refleja este infame episodio de la historia reciente de la humanidad.
Una gran cinta, bien interpretada, narrada y con escenas que te ponen los pelos de punta (esos "baches" cuando van en el jeep), debería estar más valorada.
ResponderEliminarPues a mí sí me parece que debe pasar a la historia precisamente por su extraordinaria calidad:mucho más que impresionante la historia, las mil historias, los mil detalles, la actuación, el mérito incalculable de sobre una historia ya conocida bordar, a mi juicio, una obra maestra que hace de un simple gerente de hotel un héroe maravilloso. Escenas inolvidables: cuando no es capaz de hacerse el nudo de la corbata, cuando engaña a su familia en el camión, la huida bajo la lluvia, el botones amigo suyo, hay cien.
ResponderEliminarsaludos blogueros
A mí también me resulta increíble lo poco valorada que está en la actualidad la peli, Ethan, quizá forme parte de lo poco que nos importa en occidente lo que ocurre en África.
ResponderEliminarPues verás, José Antonio, como no pasa a la historia, por desgracia. Si contara algo relativo a Europa o a los EE.UU., sería otro cantar.
ResponderEliminarMe dejó impresionado. Desde luego el tiempo ha demostrado que aquel tipo hizo más por merecer el Nobel de la Paz que Obama. Así de injusto es el mundo.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarUna de las innumerables pifias del organismo averiado ése tan ponderado por algunos...muy buena película.
ResponderEliminarLo de la ONU es una pena y una vergüenza.
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