Vaya por delante que mi idea de los asuntos políticos deja bastante que desear, vamos que no estoy muy puesto que digamos.
Estos días ha saltado a la palestra un asunto, el las diputaciones provinciales. Ya sabéis, que si hay que suprimirlas, que si no, porque juegan un papel muy importante...
Las diputaciones, esa especie de parlamentos provinciales, en los que el ciudadano, directamente, ni pincha ni corta, porque los concejales que participan en el asunto, son elegidos por los partidos. Sí, ya sé que depende de los votos obtenidos en las elecciones locales, pero nosotros no elegimos, que es a lo que vamos.
El follón que se ha montado viene a demostrar, una vez más (¿cuántas van?) que los partidos piensan primero en ellos y luego, ni se sabe en qué, porque los argumentos que emplean para defender o atacar la pervivencia de estos organismos son de lo más egoísta. El PSOE canta las alabanzas y loas del ahorro que supondría su eliminación, pero lo hace justo cuando acaba de perder por goleada la representación que tenía en ellas. Sospechoso.
El PP, emplea como argumento principal para defenderlas que el PSOE quiere quitarlas porque ahora casi todas están en manos del partido de Mariano.
Vamos que lo que menos les importa es si sirven o no al común, lo que de verdad les importa es la tajada que pueden sacar de ellas.
Mientras, el ciudadano de a pie, lo que sí ve es que esto no tiene píes ni cabeza, que estamos tan atomizados que el país no es eficiente en su gestión, bueno, ellos también lo ven, pero se tapan los ojos, porque colocan a mucha gente de su cuerda con el dinero de todos. Los colocados les deben obediciencia y sumisión y a los partidos les sale gratis.
Hace unos años se hizo una encuesta en Madrid y un porcentaje escandaloso de madrileños no tenía ni repajolera idea de qué Administración les prestaba cada servicio ni dónde tenían que pedir cada cosa. Entre Comunidad, Ayuntamiento y Ministerios se hacían la pi**a un lío.
Desde mi desconocimiento, sólo sé que el ciudadano difícilmente puede soportar este cúmulo de adminsitraciones superpuestas: Estado central, autonomías, provincias, diputaciones y entidades locales y, por si fuera poco, en algunos lugares hay entes comarcales.
Déjense de diputaciones y metan la tijera a todo esto, porque aquí sobran muchas cosas, mucha sopa boba y mucho espabilado tomando esa sopa.
¿Pero, cuánto cuesta esto? Y, sobre todo y más importante ¿para qué sirve?
Tienes razón, en que ellos se lo guisan y ellos se lo comen, yo tampoco sé para que sirven, ya que lo que hacen es colocar, a los descolocados, a los que por no haber ido o salido en una lista, tienen que darles de comer del pesebre.
ResponderEliminarY el pesebre, lo dividen, en decenas de oficinas, cada cual con un nombre, pero a la hora de la verdad, pagamos todos.
Yo tampoco, estoy, últimamente, muy ducha en política.
Un abrazo.
Básicamente es para lo que sirven, para colocar clientes.
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