sábado, 18 de junio de 2011

PALENCIA


Hace unos días volví a Palencia, la ciudad tan querida para mí, quizá porque se hermana con esta donde habito en una especie de olvido secular, tan injusto como evidente.
Recorrí de nuevo, con gozo, los lugares de antaño, su Calle Mayor, con ese sabor noble de finales del XIX y comienzos de XX, ahora salpicado por modernas esculturas que contribuyen a su realce por lo acertado del criterio a la hora de elegirlas, sus soportales y los edificios emblemáticos: El casino, correos, el colegio Villandrando...




Puentecillas, el lugar de ocio y recreo de siempre de los palentinos, el sitio donde la urbe se hermana con su río, el Carrión que es Palencia misma.
La Catedral, la Bella Desconocida, con sus tesoros escondidos al resguardo de sus humildes muros. La cripta de San Antolín, herencia de la Pallantia de los visigodos.
La ciudad que tuvo la primera Universidad de España, hasta que perdio el privilegio universitario en beneficio del pujante Studium Salmanticense.


La plaza mayor, con el monumento a uno de los más preclaros hijos de la provincia, Alonso Berruguete, el maestro del cincel y la gubia, natural de Paredes de Nava.


El Cristo del Otero, la impresionante escultura de otro Palentino, Victorio Macho, que desde su altura bendice a la ciudad y del que espero hablar algún día, porque se merece algo más de espacio.
Palencia que se ha desarrollado al abrigo de la industria en los últimos años del pasado siglo y que ya no es aquella ciudad pequeñita que conocí la primera vez que pisé su suelo, pero que sigue conservando todo el encanto de estas tranquilas villas castellanas, en las que tan bien se vive cuando se tiene la suerte de poder disfrutar de un trabajo en ellas.
Espero no tardar tanto tiempo en pasear tus calles de nuevo.


4 comentarios:

  1. Muchas gracias, caballero.
    Y, por favor, aplíquese Vd. al Studium Salmanticese.

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  2. ¡Pero que bonita es España! Palencia es una joya, y Aguilar de campoo el pueblo mas bonito de España.

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  3. Aguilar de Campoo es un ajoya para la vista y una delicia para el olfato.

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