Como bien señalaba hace unos días mi colega de la blogosfera Ethan, estamos en una época en la que la televisión, más que pedir paso, venía dando empujones al cine. Las grandes superproducciones fueron la principal arma que la industria empleó en el combate y David Lean, uno de los directores que con propuestas de este tipo, cuidadas y con una gran calidad artística, contribuyó a salvar los muebles en aquellos años cruciales.
Siempre se echa de menos la pantalla grande, pero cuando uno se enfrenta a un film como este, se añora de veras, no es comparable verlo en la tele a verlo en un cine. La grandiosidad es uno de sus pilares y esa grandisosidad demanda una sala al efecto para poder disfrutarla en todo su esplendor.
Pero bueno, de este modo, con los medios que tenemos, gozamos de la ventaja de poder visionarla cuando nos apetece.
Siempre se echa de menos la pantalla grande, pero cuando uno se enfrenta a un film como este, se añora de veras, no es comparable verlo en la tele a verlo en un cine. La grandiosidad es uno de sus pilares y esa grandisosidad demanda una sala al efecto para poder disfrutarla en todo su esplendor.
Pero bueno, de este modo, con los medios que tenemos, gozamos de la ventaja de poder visionarla cuando nos apetece.
Sin embargo no es una biografía al uso, ni siquiera me atrevería a llamar biografía al guión de esta película. La vida de Lawrence tuvo muchas más cosas después de las aventuras que aquí se nos relatan y además, no todo lo que se nos cuenta fue tal cual.
En una de las primeras escenas, cuando un periodista pide opinión sobre Lawrence a algunas personas que salen del funeral, cada uno le dice una cosa, incluso hay opiniones contradictorias unas con otras. Es como si Lean nos dijera, miren esto es lo que opinaban de él quienes le conocieron, cada cual tenía su versión y yo no voy a tratar de aproximarme a la verdad, contaré lo que me parezca, como me parezca.
Y eso es lo que hace, más o menos.
Sobre todo es una obra de arte audiovisual, una maravilla en ese aspecto, tan importante tratándose de una película. A quien quiera conocer la vida y milagros de Lawrence, yo le aconsejaría que buscara en otro lado, en los libros.
Esta es una peli para ver y disfrutar, a pesar de lo larga que es, de los largos momentos de acción lenta que tiene, sin embargo las escenas épicas están muy bien repartidas, haciendo más llevadero el extenso metraje.
Si a ello añadimos la música espectacular de Maurice Jarre y el gran trabajo de ambientación, tenemos parte de las razones por las que el film arrasó en la entrega de estatuillas de aquel año.
Sin embargo en el momento no era así. Los había, claro. Ahí estaban Alec Guinness, Anthony Quayle o José Ferrer y, por supuesto, Anthony Quinn. Pero sin embargo, Omar Sharif (que tanto peso tiene en el film), hizo sus más conocidas películas a partir de esta y el protagonista, Peter O'Toole, hacía su debut cinematográfico y fue elegido tras la renuncia de otros varios en quienes se había pensado antes que en él. Hay que reconocer que les salió bien.
Todo al natural, algo que ahora no se habría hecho así, estaría plagada de digitalizaciones.
Espero ver por aquí el día más largo, entre otras ;)
ResponderEliminarQuien sabe.
ResponderEliminarOtra obra maestra, se nota que lo es porque gana con los años.
ResponderEliminarSaludos!
En cuanto a producto cinematográfico, desde luego es una maravilla.
ResponderEliminarA mi cinematográficamente si me gustó, es uno de esos primeros héroes fascinados por la culpa, torturados entre la atracción y lo repulsión de lo Otro, que inaugura el complejo de culpa sempiterno de Occidente: los planos abiertos son preciosísimos. El final ya me pareció un punto recargado.
ResponderEliminarSaludos blogueros
Lawrence se sintió engañado, en cierto modo. No sólo por los británicos, también por su amigo, el príncipe Faisal.
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