Hasta la gente que tiene reparos cuando le hablas de cine argentino (que la hay), hasta quienes le tienen puesta la cruz a Darín (que los hay), se quedan sorprendidos de ellos mismos cuando tienen que reconocer que esta peli les gustó, en el peor de los casos que les ha resultado entretenida y los más recalcitrantes no dicen nada, que es como decirlo todo.
Cuando la vi por primera vez, ya barruntaba que era de esos films que no te va a importar volver a ver y cuando llegó el final, ya no me quedaba duda al respecto, al menos otra vez más, tendría que volver a verla.
Y es que te va atrapando desde bien pronto, porque el guión (magnífico), no da tregua y su director Fabián Bielinsky, ha sabido llevarlo a la pantalla muy bien. Una lástima que un hombre que con tan sólo dos películas ya había sido aclamado, nos abandonara prematuramente.
Lo que en principio nos parece una simple historia sobre ladrones de guante blanco, estafadores, pobres gentes que viven de timar a otros tan o más pobres que ellos, se va enredando llevándonos de sorpresa en sorpresa, porque la historia no es tan simple y los tontos se vuelven listos y al contrario, todo ello hasta llegar a esa vuelta de tuerca final, a ese rizar el rizo que la lleva de ser una buena peli, a ser una gran película. Es como esa faenas en las que el diestro da un pase más y la plaza se viene abajo o como esas jugadas de fútbol en las que el delantero hace un quiebro más cuando ya todo el mundo creía que iba a disparar a puerta y la gente saca los pañuelos cuando ven a los defensas con la cintura quebrada. Porque la película hubiera quedado bien acabando antes, pero le hubiera faltado ese último pase, ese regate de regalo que es lo que la hace diferente. Todo ello acompañado por una buena música que subraya el ritmo trepidante del film y unas buenas interpretaciones con Ricardo Darín, a quien no vamos a descubrir y menos después de El secreto de sus ojos y Gastón Pauls a la cabeza, muy bien secundados por el resto del reparto.
Imposible dejar de compararla con El Golpe, aunque no quieras, te viene a la cabeza.
Hemos de tener en cuenta que la película es de hace diez años, en pleno "corralito" argentino, yo no sé si el autor quiso hacer crítica, pero la hace sobre los propios bancos, los mayores timadores, esos sí que se lo llevan crudo.
Cuando la vi por primera vez, ya barruntaba que era de esos films que no te va a importar volver a ver y cuando llegó el final, ya no me quedaba duda al respecto, al menos otra vez más, tendría que volver a verla.
Y es que te va atrapando desde bien pronto, porque el guión (magnífico), no da tregua y su director Fabián Bielinsky, ha sabido llevarlo a la pantalla muy bien. Una lástima que un hombre que con tan sólo dos películas ya había sido aclamado, nos abandonara prematuramente.
Lo que en principio nos parece una simple historia sobre ladrones de guante blanco, estafadores, pobres gentes que viven de timar a otros tan o más pobres que ellos, se va enredando llevándonos de sorpresa en sorpresa, porque la historia no es tan simple y los tontos se vuelven listos y al contrario, todo ello hasta llegar a esa vuelta de tuerca final, a ese rizar el rizo que la lleva de ser una buena peli, a ser una gran película. Es como esa faenas en las que el diestro da un pase más y la plaza se viene abajo o como esas jugadas de fútbol en las que el delantero hace un quiebro más cuando ya todo el mundo creía que iba a disparar a puerta y la gente saca los pañuelos cuando ven a los defensas con la cintura quebrada. Porque la película hubiera quedado bien acabando antes, pero le hubiera faltado ese último pase, ese regate de regalo que es lo que la hace diferente. Todo ello acompañado por una buena música que subraya el ritmo trepidante del film y unas buenas interpretaciones con Ricardo Darín, a quien no vamos a descubrir y menos después de El secreto de sus ojos y Gastón Pauls a la cabeza, muy bien secundados por el resto del reparto.
Imposible dejar de compararla con El Golpe, aunque no quieras, te viene a la cabeza.
Hemos de tener en cuenta que la película es de hace diez años, en pleno "corralito" argentino, yo no sé si el autor quiso hacer crítica, pero la hace sobre los propios bancos, los mayores timadores, esos sí que se lo llevan crudo.
Ah, los viejos tiempos, aquellas películas...
ResponderEliminarMentiría si dijera q no se echa de menos.
Vídeo, vídeo!!!
peliculón!
ResponderEliminarno conozco a nadie a quien no haya impresionado