Estoy leyendo el último de Dan Brown y llego más o menos por la mitad. El protagonista va a recibir ayuda de un hombre a quién otro hermano masón se la ha pedido mediante la frase: ¿No hay ayuda para el hijo de la viuda?.
Gusten o no, los libros de Brown dan para muchos chascarrillos, porque él se documenta mucho y maneja gran cantidad de información, lo que da pie a multitud de curiosidades.
La frase en cuestión, hace referencia a la Viuda de Sarepta. Quien tenga curiosidad, puede encontrar la historia en la Biblia, concretamente en el Libro de los Reyes. El resumen de la historia es más o menos que Elías llegó a Sarepta, en Sión, enviado por Dios que le había dicho que una viuda le alimentaría. A todo esto hay que decir que estaban en medio de una gran hambruna y Elías le pidió a la viuda comida y cobijo. Como esta sólo tenía un poco de harina y un poco de aceite para ella y su hijo, Elías le dijo que primero le diera de comer a él y confiara en la palabra de Dios. Con aquella poca harina y aquel aceite tuvieron para alimentarse durante mucho tiempo.
No acabaron ahí las cosas, sino que un buen día (malo para ella), su hijo murió y ella le dijo a Elías que si aquella era la manera que tenía su Dios de agradecerle lo que había hecho por él. Elías, conmovido, cogió al niño, lo subió al cuarto donde se alojaba e imploró a Dios, se echó tres veces sobre el cadaver y el niño volvió a la vida.
Los estudiosos ven una lección que a nadie se nos escapa, la virtud cristiana de dar incluso aquello de lo que se carece. Hay que tener en cuenta que en aquella época, las viudas lo tenían bastante crudo y, a pesar de ello, le dio a Elías de comer con lo poco que tenía para ella y su hijo, aún a riesgo de quedarse sin nada.
Hay otra lección, esta menos evidente. Algunos israelitas, estaban comenzando a adorar a Baal y a otros dioses paganos. Elías no encontró oídos entre las gentes de su pueblo y tuvo que ser una mujer fenicia, precísamente de donde provenían aquellos dioses extraños, quien le prestara ayuda y confiara en las promesas de un Dios que no era el suyo. Ya sabéis, la vieja (y muchas veces cierta) historia de que nadie es profeta en su tierra.
Creo que esa frase es la llamada de auxilio de los masones. Si un masón la escucha tiene que socorrer a quien la pronuncia-
ResponderEliminarTambién creo haber leído algo al respecto en el sentido que indica.
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